viernes, 7 de noviembre de 2014

EL BUCIO, LA CARACOLA O BOCINA Y LA CENSURA A LA MUJER

Hoy, después de mucho tiempo, rebuscando y ordenando mis papelotes, me encontré un viejo Bucio que use para uno de los 63 programas de la serie de corte etnográfico “SENDEROS ISLEÑOS” que hice para TVE y emití bajo el título SONES Y SILENCIOS…

Lo cierto es que para mí, los programas de la tele se plasman en papel y se escriben con imagen. Este programa se levantó cuando manteniendo una conversación con uno de los folcloristas más interesantes del archipiélago Benito Padrón, desgraciadamente desaparecido, me contó una historia sobre “los margareos o malgareos”. Me pareció dura, cruda la historia y aunque la seguí escuchando con ojos como platos, tenía mis dudas… Pero Benito Padrón, era hombre honrado y sus relatos siempre los entendí llenos de verdad… Reconozco que aunque soy un devorador de todo cuanto se publica sobre costumbres y tradiciones, sobre nuestra especial manera de ser, están metidos entre cejas y coronilla de este “ajuntador de letras”. Repito, yo, la verdad, nunca había oído hablar del tema pero el octogenario amigo Benito tenia la facilidad de contar las cosas con tanto cariño y tan sencillitas que era imposible no atender su conversación. El margareo, consistía en censurar a distintos miembros de la sociedad por tener una conducta dudosa… Era como un periódico social de la época que ponían en práctica, un puñado de hombres, aprovechando la muerte de un animal ( mulo, vaca, toro, caballo), subían al monte y aprovechando el oscuro de la noche comían pimienta de “la puta de la madre” para falsear la voz y que saliera finita… Para alertar a la población hacían sonar repetidamente el bucio. La gente, atenta, escondida tras las ventanas apuraban el oído esperando escuchar las noticias que divulgaban los denunciantes…

Tutututututututu…¡ tutututututut¡¡¡¡¡¡ 

Compañerooooooo…. Saben lo que ha pasado….

( y siguiendo con el pregón repartían trozos del animal muerto haciendo el símil con algún hecho puntual.- Ejm: a quien robaba hierba: “para Ambrosio, con la pata de la vaca le vamos a hacer una “podona” para que siga robando comida para su ganado”…

Pero el escarnio, la burla, la censura, la dureza de estos relatos, caían sobre la mujer a la que no se permitía ningún desliz. Era época en que reinaba el dicho popular “la mujer atada y con la pata quebrada”. Nada que pudiera alterar el orden dictado y establecido por los hombres estaba permitido… besarse en la vía pública o en lugares escondidos; miradas pícaras. La mujer estaba siempre escondida, en un segundo plano. Ya lo decía el refranero: “las mujeres y las vacas hay que buscarla por la raza”…

Estas escenas, han sido repetidas en numerosas ocasiones por el grupo herreño, Tejeguate, que recreó todo cuanto el desaparecido amigo Benito Padrón, indicaba y lo lleva a gala como una parte de su repertorio. Yo, en la Bodega de Julián he tenido una representación de este momento de los margareos que allá a finales de los años 30 dejó de hacerse… Además, la información que recogí, hablaba de incluso tiros…

Pero en otras partes del archipiélago canario como en Fuerteventura, según me relató don Juan Vera Chocho, información contrastada con otros vecinos de la zona del municipio de la Oliva, aquí se le hablaba al bucio y el caracol, hacia de caja de resonancia para que la voz, con eco, salíera irreconocible… Para endurecer la burla, el escarnio, se conocía en la zona como “caracolada” y se efectuaba a la salida de la iglesia cuando los novios salían casados… entonces sonaba el bucio: “no la beses por ahí que la besé yo”…Entonces, invitados y parientes, recorrían el lugar buscando al autor de la crítica… En Tenerife volví a recoger aspectos muy similares con el nombre de “lloros” sobre el cual existe un delicioso y documentado trabajo situado en Taganana, del antropólogo social Alberto Galván Tudela, que recomiendo a cuantos quieran ampliar sus conocimientos. 

El bucio, volviendo a los comienzos del artículo, servía para todo… Era como el móvil de la época que alargaba la voz por laderas y barrancos avisando a la vecindad: anunciaba la entrada y salida del trabajo; para avisar de visitas no deseadas; en El Hierro, subidos en miradores, anunciaban a los pescadores con dinamita, de la llegada de la autoridad; en lugares estratégicos se guardaba una bocina o bucio para ir dando noticias a las familias cuando se emprendía la mudanza desde la zona alta de la isla a la de costa; para censurar conductas indecorosas; para la venta de pescado; para divulgar las fiestas, como es el caso de Las Marías, en Santa María de Guía de Gran Canaria que, cuando conmemora la triste fecha de la llegada de la langosta berberisca quiebran el silencio desde las pinas crestas de montaña Vergara hasta la mismita iglesia guiense .

En fin, el bucio, una joya que marcó un tiempo que desgraciadamente sólo tiene vida en la memoria de nuestros mayores…

Nota: esta historia está recogida en uno de los 63 programas de la serie etnográfica, “Senderos Isleños” que creé y codirigí para Televisión Española. Senderos Isleños, fue un programa galardonado a nivel internacional.

ALFREDO AYALA OJEDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario