lunes, 20 de julio de 2015

DESPUÉS DE 167 AÑOS GÁLDAR RECUPERA “LOS CABALLITOS DE FUEGO DE SANTIAGO”

Añorando un tiempo que me tocó vivir, aprender y compartir hoy puedo decir que estoy henchido de satisfacción porque en el programa de fiestas, de la ciudad de Gáldar en honor a su Santo Patrón Santiago Apóstol, tras 167 años de ausencia, se recupera aquella vieja tradición: “Los Caballitos de fuego de Santiago”…. 

Haciendo un paréntesis despojado de erudición, debo contarles que he seguido dentro y fuera de nuestro territorio, la vieja tradición de “Los Caballitos”: “Fuscos” (Tazacorte), “Fufos”, en Fuencaliente, los laguneros “Caballitos de Fuego”, en las fiestas del Cristo… 

Recuerdo una conversa con el cultor de nuestras tradiciones y cultura Talio Noda, en el mismito interior de la Caldera de Taburiente, sobre el tema, cuando me habló de aquella banda sonora de la película “Ora Ponciano”, especie de biografía del famoso rejoneador mejicano Ponciano Díaz. Aquella banda sonora, con su “vuela, vuela palomita”, causó tal impacto allá por los inicios de los 40 del pasado siglo que se ha convertido en el acompañamiento musical idóneo para acompañar en sus traviesas galopadas a los caballos Fuscos… 


Recuerdo incluso una entrevista mantenida en Fuencaliente, con el artesano y folclorista Juan José Santos, en que me entregó una fotografía de los caballitos en Polonia, nación de amplia tradición de cría y cuido de caballos árabes… También me comentó una investigación realizada por Teno Pérez Cruz, en Méjico, donde una prestigiosa etnógrafa le habló de “los caballitos de fuego”, señalando que en sus estudios daba como probable que esta tradición, se debía a la impresión que causó entre la población indígena, la llegada de los conquistadores españoles a lomo de los caballos y el fuego de los arcabuces… 

Siguiendo por la vereda de la recopilación informativa leí en el País Vasco algo sobre los “Zaldico”, en euskera caballito. Son seis caballos montados por jinetes, vestidos de bufón, que con una especie de palo de la que pende una bola de esponja, van golpeando y asustando a los más pequeños… 

“… Y uno, que los ha vivido en distintas latitudes piensa que cuando salgan “los caballitos de fuego de Santiago” a la “calle Larga” o aledaños, la noche se vestirá de fiesta. De fiesta auténtica… Y aflorará todo un mundo de fantasía atrapando a espectadores, jinetes y amazonas… Entonces, no habrá edad en ese universo de ilusión donde se da rienda suelta a la imaginación y creatividad de los participantes… Mayores y pequeños, no perderán detalle de las evoluciones de estos mágicos corceles, de cartón y sueños… caballos viejos y jóvenes potrillos, con sus plásticas crines al viento, resoplando, soberbios, entregados al ritmo, meciéndose acompasados, por el toque que marca la banda sobre la extensa pradera de asfalto y adoquines… La noche se iluminará de bengalas y risas, de voces y carcajadas… Sin duda, una noche distinta, una noche, como diría el investigador Felipe Bermúdez, en que las calles de Gáldar dejarán de ser tránsito para convertirse en punto de encuentro… 


Es la semana grande de las fiestas en honor a Santiago… Es la noche del fuego que después del baile, danza y zambra de los papagüevos y caballitos, desde la cima de la Montaña de Gáldar, los bramidos del volcán anunciador, difundirá a los cuatro vientos las “Fiestas de Santiago de Gáldar”.

ALFREDO AYALA OJEDA

miércoles, 8 de julio de 2015

OLIVOS DE BENDICIÓN

Hace algún tiempo, al soco de las fiestas de Santa Lucía, caminé por las zonas de Ingenio, Agüimes, Santa Lucía, etc. Tenía, unos días de esos que te dan ganas de caminar y caminar, de enseñorearte con el paisaje, mezclarte con la gente de la zona y hablar de ese ayer que está ahí, a flor de piel, pero en el que no queremos hurgar… Llevaba, para matar el “gusanillo”, un riquísimo y afamado pan de Agüimes y pensaba meterle unas caballas en aceite… De pronto, en medio de la aglomeración, una señora vendía aceitunas. Eran unas aceitunas de envidia… Compré un tarrito y cambié las caballas por las aceitunas…

Busque un lugar de sombra y ¡menudo banquete!

Junto a mí, se sentó un desconocido que tenía cara de buena gente… Hablamos, y hablamos… no sabía como se llamaba, pero debía ser un campesino de la zona que tenía muchos conocimientos del cultivo de las aceitunas… Me habló de la Verdial de Huevar, lo que nosotros conocemos como “aceituna del país” y de otras variedades, según me dijo de reciente introducción como “la Arbequina”, “Manzanilla sevillana” y “Picual”.

Ya en la soledad, comencé a caminar despacito por la zona. Vagaba por mi mente épocas y situaciones. En esfuerzo vano, me interesó el adivinar cómo llega el fruto de tan generoso árbol a las islas…



Unas semillas del árbol milenario y benéfico, fuente de riqueza y símbolo de paz, debieron dejar alguna vez las plácidas riberas del mediterráneo, y en el parco zurrón de un emigrante, junto a sus muchas esperanzas y acaso nulas pertenencias, salir al ancho atlántico en busca de una tierra mejor donde fijar nuevamente su vida.

Nunca sabremos si el hombre que trajo el olivo hasta Santa Lucía de Tirajana, dejó aquí sus semillas y siguió rumbo, o se quedó para siempre en Gran Canaria.

Pero si sabemos que el viento, comenzó su trabajo transportando los granos hasta sembrar de semillas los alrededores… Poco a poco, la zona del sureste de Gran Canaria, se pobló de tiernos olivos que hoy, a los ojos del visitante, son formidables árboles que da carácter a la zona…

Estos olivos tienen muchos años, nada se conoce de su primer dueño... Con los años se volvieron árboles isleños, más corpulentos y también más delicados. Sus frutos exigen que se tome uno a uno: no toleran la vara al estilo andaluz. Tampoco admiten que los zarandeen... Son orgullosos estos olivos y se duelen del trato inadecuado.

Sus cosechas se reposan y se hacen esperar cada dos años. Sus frutos son espléndidos. No se prensaban para dar aceite, cuando recorrí los distintos rincones en los que se cultiva. Hoy, nuevamente, el hilito de dorada aceite, regresa a las mesas isleñas para dar ese toque especial. Ahora se ofrecen al saber campesino, que aporta a la carnosa suavidad de estas aceitunas un toque singular, un aliño tan justo, que las convierte en deliciosas...


Son las olivas escachadas, incomparables de sabor, cuyo majado requiere saber, paciencia y un punto de secreto.

Nada parece añorar estos olivos grancanarios. Su pujanza nos dice que llegaron para quedarse, y se los aceptó con buen talante. Hundieron sus raíces en una tierra que no los conocía, y aquí continúan para sorprender y seguir ofreciéndonos sabor de la aceituna, del país, de la aceituna canaria.
En la península se le aplica el vibrador, se le pone las mantas debajo, se le da palos aquí en Canarias el sistema tradicional es cogerlas a mano...subirse sobre los árboles, amarrar o poner escaleras, porque así no se estropea el árbol, no se estropea el grano y se conserva la delicadeza de la fruta. Después, cuando se cogen, se separan, de las hojas, se apartan, también, los palitos, las ponemos muy presentables y en muy buenas condiciones a los ojos de los posibles compradores.

Hablé con Rafael, hombre de reconocido prestigio en la zona… ¿y por qué, no se varean?

-Primero porque no son para aceite, son para la venta al público y deben que tener buena presencia y en segundo lugar porque aunque se emplea la vara no caen todas. No cae sino una parte y caen estropeadas, se estropea el árbol. Por eso, siempre se ha usado aquí el sistema de trepar y cogerlas a mano.

Mientras, allí en los árboles, los hombres trepaban atándose con sogas para evitar algún disgustillo. Y, una a una, con exquisita delicadeza, con mimo, le quitan los frutos a los vetustos árboles…



-Alfredo: ¿en qué época empieza la recolección?

-Empieza a mediados de octubre y si hay mucha cosecha continúa hasta marzo, febrero o marzo, siempre contando con si hay una buena cosecha, sino, normalmente, acaba en enero.

Después de esta breve charla, caminé durante algún tiempo por los alrededores de la zona… Los olivos, con sus gruesos troncos brindaban sombra… El día era caluroso y como uno, en esa época, era un fumador empedernido, había que tomárselo todo con calma… Descendiendo llegué a una humilde ventita y en su traspatio, una mujer mayor, de albo pelo, preparaba el aliño de las aceitunas del país…

-Hola, le dije.

- Ella era una mujer dicharachera que estaba acostumbrada a recibir una visita como la mía… ¡Hola! ¿Busca a Flora…?

-Concretamente, no; quería saber cómo se aliñan las aceitunas…

- Y sin más comenzó su explicación: Estas que estoy preparando son para consumir en casa. Por eso las aliño al gusto. Y a todos nos gustan de esta manera. Después de machacadas, se le añade la sal y se dejan durante dos días, aproximadamente… Pasado ese tiempo se le añade ajos, tomillo, pimienta y una puntita de sal… Las aceitunas se escurren y se le añade ese majadito…

-Y ¿cuál es el punto de sal?

-Muy sencillo. Se coge un huevo fresco y se mete en un recipiente de aguay se le va añadiendo sal. Cuando el huevo flote, esa es la sal justa que lleva las aceitunas…

ALFREDO AYALA OJEDA

martes, 7 de julio de 2015

RÁFAGAS SOBRE ALFREDO MARTÍN "EL PALMERO"

La gente nueva tiene un referente dependiendo de su inclinación. A veces, se decantan por un color: “amarillo es mi color”, “azul-grana hasta la médula”, “colchonero hasta la médula”… En otras ocasiones, las más, se inclinan o encarnan en figuras del boxeo, del futbol, tenis, etc. Yo, como también tengo mi corazoncito, mi inclinación la encontré en la legendaria figura de un “AS” de la lucha canaria: Alfredo Martín “El Palmero” y en el folclore en Manuel Luis Medina “El Minuto”.

Sacudido por la triste noticia del fallecimiento de una leyenda del vernáculo deporte, Alfredo Martín, he querido reproducir un artículo publicado en el libro “LA LUCHA CANARIA” que, en memoria de mi padre, publiqué en 1.975.

“El Palmero, fue un genio. En el terrero, principalmente. Fue entonces cuando apareció en las filas del norte “Ajódar” un luchador rubito, muy nuevo, pero malamañado llamado Santiago Almeida, al que luego se conocería por “Cubano II” o “Cubanito” que desde los primeros momentos dejó entrever que sería un futuro y muy difícil rival para “El Palmero”. Y así fue, a no tardar mucho, porque el “Cubanito” después de caer varias veces estudió de tal manera al “Palmero” que puede decirse que al cabo de un par de años lo trajo por la “calle de la amargura”. La muerte de “Cuanito” era el desvío, que el “Palmero” ejecutaba como los ángeles. Por esa lucha no había quien se le escapara al de La Palma porque como luchaba tan bajito y agarraba tan arrequintado el pantalón, desde que ponía la mano derecha en la rodilla izquierda del contrario, este salía despedido como los hombres que vemos en los circos que se meten en un cañón y salen volando por los aires. Pero “Cubanito” cuando acertaba a coger una posición que no fuera favorable para el desvío, hacía sudar al “Palmero” como nadie. Y para que se vea la importancia que tiene en la lucha estudiar al contrario, “Cubanito” llegó a pasarse semanas enteras en los entrenamientos dejándose atacar por desvío para estudiar la forma de la contra. Claro, hacía falta la dedicación de “Cubanito” y sus condiciones físicas especiales para llegar a ser lo que fue. Y en la siguiente ocasión en que agarró con el “Palmero” se le colocó exprofeso para que Alfredo le atacara por desvío. No hizo más que verse tocado y en lugar de resistir se dejó ir a favor, tomando un ligero impulso y saltando en los aires sin soltar el pantalón para girar sobre sí mismo y hacer que el contrario en ese intervalo en que el volaba llegara al suelo por falta de oposición. Desde aquel momento el “Palmero” creo que se pasó muchas noches si poder dormir, pero no dio con la clave.

EL PALMERO, CAMPEÓN SIN LUCHAR.

“Cubanito” se fue luego al servicio militar que hizo en Ifni y no pudo participar en un torneo individual que se hizo para proclamar Campeón Regional. El Campeón que resultara de Las Palmas tendría que luchar con el Campeón de Tenerife y los vencedores disputar a su vez el título del Archipiélago que lo tenía el Faro de Maspalomas desde 1.945 y no lo había disputado jamás. Y aquí viene la anécdota del hombre que quedó Campeón de Canarias sin luchar con sus rivales; del hombre que habiéndolo sido todo en la lucha, que pudo en otro momento haber sido Campeonísimo indiscutible, lo que cuando menos méritos hizo, porque se proclamó campeón en Las Palmas, por ausencia de “Cubanito”, que no digo yo que le hubiera podido ganar, sino que le estaba por aquél entonces, ganan; se proclamó aspirante oficial interregional porque el Campeón de Tenerife, entonces Cándido Matoso “Pollo de Doramas”, que se había ido a Tenerife enrolado en el “Tinguaro”, en un amago de profesionalismo de la Lucha Canaria; Matos, repetimos que era campeón de Tenerife, no le interesó el encuentro o no quiso luchar y automáticamente se proclamó el “Palmero” campeón interregional y aspirante al título que tenía “el Faro de Maspalomas”. Se concertó la fecha de este encuentro, se aplazó a petición del Faro, se volvió a señalar y hubo que darla sin efecto. Por último, para dar fin a tan latoso asunto, se ofició a ambos para que a puertas cerradas en el viejo Campo España y un día por la mañana con la sola presencia de federativos y técnicos, agarrara el desafío; pero a la hora convenida se presentó el “Faro” y dijo “que el único campeón era él y que no tenía que luchar con nadie”. Se le dijo al “Faro” que entonces perdía su condición de Campeón y que el fajín pasaba a poder del “Palmero”. Pero el “Faro” no mostró gran interés por el título, pero dijo: “el fajín está en mi casa y el que se atreva que vaya buscarlo…”

¡¡Y cualquiera iba a buscarlo!!

ALFREDO AYALA OJEDA