sábado, 15 de noviembre de 2014

BAILANDO CON CABRAS

Tiempo hacía que bullía en mi cabeza la intención de hablar con él, a mi juicio, el mejor bailador que ha dado la isla de Lanzarote: Marcial de León. Era mi intención, porque para mí la parte más sacrificada de los grupos folclóricos son los cuerpos de baile. Ensayan o entrenan como decían los antiguos y llegado el momento, invita al grupo a actuar en programas de televisión y solo hay espacio para solistas, tocadores, eruditos, etc. Pero el bailador solo acude en contadas ocasiones y, cuando actúan en televisión suele suceder que lo haga casi a hurtadillas, escondidos, con espacios limitados que no permiten ni un desarrollo fluido ni, tampoco, la observación de las figuras que forman… estas limitaciones se hacen para no entorpecer los planos de los que cantan o tocan. Pero esto es tema para otro día.


Era, un trabajo pendiente en mi conciencia. Y, cuando hace un tiempo pasé raya y sumé, caí en la cuenta que me faltaba el amigo marcial… y hacia Lanzarote, aprovechando la festividad de la Virgen de los Dolores, hablé con Juan Brito (otro personaje del que ya hablaremos) y me reuní con este bailador de excepción… muchas fueron mis charlas con el amigo Marcial. Una de ellas fue en San Bartolomé. Estaba tumbado en un catre, descansando de la dura faena del pastoreo, cuando le toqué en la puerta. No era una hora apropiada para interrumpir el descanso… me recibió con su “lata”, nombre que se le da en Lanzarote y Fuerteventura al palo con punta de hierro que usa el pastor para salvar los obstáculos del terreno y para defensa si fuera menester. El me atendió con el mismo respeto que yo le profeso.

Las cabras, vagaban díscolas por la largura del terreno… Marcial ¿a qué hora es el ensayo?

Hoy no podré ir porque tengo el ganado pariendo…


Lo observé detenidamente… era un hombre menudo, con poblada barba, de palabras medidas y prudentes… yo, estaba sorprendido porque sabía que él no aprendió nunca a leer ni escribir. Embargo, su verbo era fácil, fluido…

Me recordó con nostalgia a la Agrupación Ajey (Premio Nacional de Folclore en Santander). “Antes que Ajey, se llamada rondalla de San Bartolomé… lo de Ajey, fue después. Pero eso queda ahí… los éxitos, tienen muchos padres…”, me dijo.

Y no le faltaba razón porque Marcial de León, fue la auténtica revolución del folclore de Lanzarote… a él se debe que algunos movimientos de la danza pastoril, del repertorio de los Ranchos de Pascuas que se bailaba antiguamente dentro de las iglesias, los incorporara como coreografía del actual Sorondongo que llevó José María Gil, a la isla conejera.

Pero Marcial fue mucho más allá, según distintas publicaciones, la isa del uno, (tonalidad sol) llamada así por los escasos conocimientos musicales de la época, es también conocida como isa suelta, isa del pastor o de los palos (los hombres llevan palos en las evoluciones del baile). Aquí, en Lanzarote, al contrario de otras islas, la característica es bailarla suelta, además de la incorporación de los palos, fruto de la creación del amigo Marcial de León, creador de muchas de las coreografías, aún vigentes en los grupos de la isla.


Marcial, el amigo, en confesión íntima, llegó a decirme que él, había ocasiones en que pastoreando con su puñito de cabras, le sonaban las notas de una isa o de una malagueña. Entonces, no podía resistir la tentación y allí mismo, a la intemperie, al oscuro o al sereno, danzaba como un poseso usando como pareja su lata… en su casa, guarda celoso, recuerdos de actuaciones; escritos publicados en distintos periódicos… la vida de Marcial, está resumida en su álbum y mecida por los recuerdos… Cada vez que la desempolva se empaña la vista… Recuerdo mucho a mi madre… cuando yo llegaba, ella siempre me decía: “ven aquí Marcialillo pa´bailar… yo siempre estaba dispuesto… yo tengo que decirlo porque es la verdad: a mí me enseñó a bailar malagueñas, Manuel Martín y eso no se paga con nada…

Una isa brotó del viejo aparato de radio… y él, caballeroso, alargó la mano, invitando a bailar a mi compañera Nayra Collado. Era todo un regalo ver aquella elegancia que aún conserva, este viejo maestro que está próximo a cumplir los 90 años…

Así de sencillo es el amigo Marcial de León, al que fotografié en su domicilio en compañía de su mujer, también antigua componente de la Agrupación Ajey.


Y así, escribo este apunte, de la vida de un bailador que casi ha pasado desapercibido, para la historia de nuestro folclore y con el que todos hemos contraído, de por vida, una deuda de gratitud.

ALFREDO AYALA OJEDA

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