jueves, 5 de julio de 2018

“EL DELANTAL DE MI ABUELA”

Hace unos días, por medio de un gran amigo, me llegó, a través de “feisbu”, un delicioso artículo que he querido compartirlo con ustedes. Su título, sencillo: “El delantal de mi abuela”. Un delantal, hoy en desuso pero que, para nosotros, los que ya tenemos algo más que las sienes plateadas, guarda profundos recuerdos. Tanto como la “saliva milagrosa de nuestras madres” que cuanto tenía alguna rozadura, alguna mancha, se mojaba los dedos con su lengua y te dejaba inmaculado. El artículo me lo remite el amigo Miguel Ricarte. Está tomado del muro de doña Eligia Socorro Socorro…Disfrútenlo: 

"El delantal de la abuela"
El delantal de la abuela, es un texto que llegó a mis manos hace tiempo y, como lo identifico totalmente con el delantal de mis abuelas...

Dice el texto...

"La principal función del delantal de la abuela era proteger el vestido que estaba debajo, pero, además, servía de agarradera para retirar la sartén más que caliente, del fuego. Era una maravilla secando las lágrimas de los niños y, en ciertas ocasiones, limpiando sus caritas sucias.
El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos, los pollitos que necesitaban terapia intensiva y, a veces, los huevos golpeados que terminaban en el horno.
Con él, se recogían los frutos que caían de los árboles al terminar el verano.
Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a los niños tímidos y, cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él. Aquel viejo delantal, agitado sobre el fuego, oficiaba de fuelle y él era el que cargaba con las papas y la leña hasta la cocina.
Servía también de canasto para llevar las verduras desde la huerta.
Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos, comprendían de inmediato que el almuerzo estaba ya listo.
Cuando alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez con que el viejo delantal podía sacar el polvo de los muebles.
Pasarán largos años, antes de que alguien invente un objeto que pueda reemplazar aquel viejo delantal que tantas funciones cumplía…
Aunque quizás ya no hay abuelas que… tengan que proteger el vestido, dado que hoy hay muchos y tenemos máquinas que los lavan. Las agarraderas de las sartenes ya no queman. Las caritas de los niños, las lavamos con toallitas húmedas. El fuego lo avivamos con un botón o una llave y el polvo lo quitamos con bayetas ecológicas que repelen el polvo…
En recuerdo de mi abuela, hoy tengo colgado en mi cocina un DELANTAL, que me recuerda a aquella persona tan querida y que tantas cosas fue capaz de hacer con el delantal y sobre todo con mucho cariño.
Que tengan un feliz día y salud, MUCHA SALUD para todos”.

Precioso ¿verdad?

ALFREDO AYALA OJEDA