jueves, 5 de marzo de 2015

EL PASTOR, UN SÍMBOLO

Hoy, igual que ayer, la sociedad no parece tener muy en cuenta al pastor y su mundo. Los pastores ya son un símbolo viviente. Su misma existencia constituye un pequeño milagro.

Ellos mantienen unas tradiciones, un carácter, una dignidad y un justo orgullo que bien pueden representar a todo un pueblo en su identidad y valores más profundos. Todavía los pastores canarios son historia viva: Son como el rescoldo de un antiguo fuego que nadie ha podido apagar nunca. Saber de ellos, escucharles, acercarnos a sus trabajos y celebraciones nos demuestran que la sombra del pastor canario sigue llena de vida.

El pueblo aborigen del Archipiélago Canario, era, esencialmente, pastor: practicaba toda una cultura ligada al aprovechamiento integral del ganado. La isla entera formaba el espacio abierto a las necesidades del pastoreo; límites que sólo dependían de la geografía y de las estaciones. La naturaleza, la lógica beneficiosa de sus leyes, y el aborigen desarrollaban su vida de acuerdo con la misma.

Caminos ancestrales marcaban el paso del ganado desde los cálidos terrenos costeros que le abrigaban en invierno, hasta las zonas cumbreras frescas y acogedoras en época del ardiente estío.

El pastor aborigen vivía en íntima relación con su naturaleza insular, y no queda constancia cierta de que hombre alguno limitase arbitrariamente sus actividades, ni mucho menos le cerrase espacios donde alimentar y guardar su ganado. El pastoreo era un bien general y como tal, socialmente apreciado y valorado.


El vuelco que para la vida aborigen supuso la conquista del Archipiélago, dio un violento giro al pastor y su mundo. El ganado era preciado botín para los nuevos dueños de las islas; los pastores aborígenes conocían palmo a palmo la tierra de sus antepasados y por ello se le confió el cuidado de sus propios rebaños, ahora propiedad por derecho de conquista, de los nuevos señores.

Y los conquistadores llegaron con sus costumbres y sus leyes, y así trasladaron a Canarias su legislación castellana sobre el pastoreo: la mesta.

La colonización de Canarias supuso el reparto de las mejores tierras y del agua en manos de los principales conquistadores y sus allegados, quedando otros terrenos menos favorables a su explotación destinado a los colonos que iban llegando al Archipiélago. La tala y la roturación del paisaje natural destinado al cultivo fue intensa y sin consideraciones. La agricultura fue el primero de los límites que se opusieron como infranqueables al antiguo pastoreo de trashumancia, quedando instaurado desde el primer momento de la conquista el universal enfrentamiento entre pastores y agricultores.

Los aborígenes, aunque sofocados en su cultura por la fuerza de los conquistadores, quedaron sin embargo ligados a la práctica ancestral del pastoreo, uniendo así su propio aislamiento a una labor que a lo largo de los siglos iba a convertirse en un fenómeno progresivamente marginal.

El pastor canario quedaba enfrentado a unos duros límites que él no podía ignorar ni modificar. Límites que se han ido estrechando en paralelo al olvido y al abandono y, sobretodo, debido a la secular incomprensión de las instituciones acerca del pastor y de su mundo.

El mundo urbano, sus servicios y oportunidades, sus relaciones humanas, incluso en muchos casos sus leyes y ordenamientos se han establecido y desarrollado tradicionalmente de espaldas a la vida del pastor.



El pastor vive otro universo de relaciones y contenidos: unos valores propios sobre los que articula las bases de su supervivencia. Y lo hace con fuerza de tradición, pues tal vez sea el único modo de sostener el orgullo y la dignidad que le caracterizan, la manera de representar el símbolo histórico y vital que todavía supone en estas islas el noble oficio de pastor.

La realidad es que la propiedad de la tierra, la agricultura, los planes de reforestación y la acción legislativa han ido limitando cada vez con mayor rigor el acceso del pastor a los recursos del territorio. Sin embargo todavía perdura una imaginación colectiva acerca del pastor y su trabajo como algo idílico, algo de "otro tiempo mejor", que siempre está ahí en un espacio indefinido, en una especie de ensimismamiento, como si el pastor no fuese un sujeto humano, social y económicamente vinculado a una inflexibles exigencias generales. Esta cortina de humo poetizado raya con frecuencia en el cinismo cuando se la compara con los hechos puros y duros de la vida pastoril en Canarias.

La trashumancia es cosa de ayer. Hoy el pastor tiende a mover lo menos posible su ganado, a mantenerlo en las inmediaciones de su afincamiento. Los cambios, además de trabajosos, trastornan la vida familiar y la economía del pastor.

Aquellas penosas idas y venidas de antaño de cumbre a costa y viceversa, según las estaciones, siempre apretado por los recortes del terreno donde poder pastar, sometido a todas las fatigas de la trashumancia, ya parecen situaciones más propias de los antiguos cabreros que de los actuales pastores de ganado lanar.

El pastor actual se preocupa por retener al ganado lo más cerca posible de su casa, y no como antes que se veía obligado a seguir su rebaño, llevándose la casa a cuestas y a toda la familia.

En realidad se sabe generalmente poco del verdadero mundo de los pastores.

¿Quién es el pastor?
¿Cómo viven él y sus gentes?
¿En qué consiste su trabajo, cómo lo realiza?

Pero el mundo cotidiano del pastor canario sólo parece rico en esfuerzos y problemas. Cuando el pastor ha de ponerse en camino para llevar su ganado hacia los pastos disponibles, carga sobre sus hombros con el sobrepeso de complejas dificultades. Hombres y animales dependen del comportamiento puntual del clima, de cómo hayan ido las lluvias ese año... del terreno por donde le permitan moverse, año tras año, de manera implacable, el territorio permitido al pastoreo se ha ido reduciendo. A la extensión de la agricultura se han unido el acotamiento y la repoblación forestal, de espaldas por lo general al fenómeno histórico del pastoreo en Canarias.

El pastor emplea todo su esfuerzo en hacer acopio de comida para su ganado. Arrienda o recibe en préstamos extensiones de terreno que debe cultivar y convertir en despensa para abastecer a sus ovejas. Amplios espacios son plantados de millo, preferentemente, que irá administrando al ganado. Esa lucha diaria a la que se enfrenta en su amplísima labor diaria, está destinada a esperar pacientemente la llegada de la nueva estación de lluvias que le evitara alejarse de su casa, con familia y ganado hasta otros lugares donde existan los pastos necesarios.

Sólo las tierras que no resultan productivas se permiten al pastor. Otras muchas se le cierran sencilla y llanamente. El pastor se convierte, le han convertido mejor dicho, en un ser casi marginal, y como tal obligado a moverse por zonas olvidadas.

La historia de la que el pastor canario es en gran medida protagonista, símbolo y representación, hoy parece ignorarse. Ya pasaron aquellos buenos tiempos en que la lana era un preciado bien económico. Los extraordinarios quesos artesanos parece como si se elaborasen por arte de encantamiento: pastor y quesera quedan ocultos por la comercialización, perdidos, borrados en el circuito de la economía urbana.

El pastor siempre queda aislado, lejos, detrás, enriscado donde apenas llega la mirada.

Si un pastor abandona y vende su ganado, dada su falta de preparación y conexión social con el mundo urbano, habrá de emplearse, si logra trabajo, en empleos no cualificados. Si por aquí camina el presente de los pastores ¿Cómo se les presenta el futuro?

Para afrontar tan duros trabajos el pastor no puede estar radicalmente solo. Precisa ayuda, una colaboración entregada y estable, firme y a toda prueba: por lo general el pastor precisa de mujer y familia.

Su economía, fundamentada en utilizar la leche de su rebaño para la elaboración del queso, no le permite contratar ayuda. Conducir, apacentar, guardar y ordeñar ya es trabajo más que suficiente para las energías de un sólo hombre. Así, tradicionalmente, es la mujer del pastor quien elabora el queso y quien por disponer de mayor tiempo desligada del rebaño, se ocupa de las no siempre fáciles relaciones entre pastor y la administración y autoridades. En esta división del trabajo pastoril, la mujer soportaba todo el peso del cuidado doméstico, la crianza de los hijos, la elaboración del queso y atenderá además, todo papeleo legal que se presente, con frecuencia único y difícil puente entre la vida del pastor y el lejano mundo urbano.


Para compartir tan pesadas tareas, el pastor busca mujer tradicionalmente en su propio y cerrado universo. A lo largo de generaciones se han ido tejiendo una firme trama de relaciones consanguíneas entre las diferentes familias adscritas desde siempre al pastoreo de la isla. A estas familias los pastores las denominan "razas", marcando así una clara diferencia entre ellos y quienes se dediquen a cualquier otra tarea que no sea el pastoreo dentro del mundo rural.

El pastor ayudado por su mujer y por sus hijos, si los tiene, forman una apretada piña productiva, indispensable para abordar el cotidiano seguir a flote contra viento y marea de los tiempos que corran. El pastor continúa como ligado a un rito, absorto por el trabajo y los sacrificios, como si estuviese bajo un severo castigo y un sacerdocio a la vez.

El entramado de las relaciones familiares que en gran medida sustenta la estructura del mundo pastoril, también se refuerza con lazos de amistad profesional y aquellos de un tácito corporativismo, basados en el respeto por una dedicación, el pastoreo, que goza en alto grado de la propia autoestima.

Existe todo un código no escrito de vivir "lo canario" a través del pastor, ya que el pastor tiene conciencia de ser el depositario de la más pura y directa tradición y, por lo tanto, un valor simbólico insustituible. Los pastores deben ayudarse. Si uno de ellos abandonase, todo el grupo se resentiría. Sin constituir formalmente ningún gremio ni corporación, los pastores canarios mantienen en cada isla una firme malla que hace todo lo posible para sostenerles ante las grandes dificultades, evitando entonces una caída que pudiese resultar definitiva.

Si un pastor sufre por cualquier causa la pérdida de su ganado, sus compañeros de oficio le harán llegar un número suficiente de hembras jóvenes y cabezas para que en un plazo razonable pueda rehacer su ganado.

Si el fuego destruye su casa o la daña; los demás pastores le ayudarán a reconstruirla o repararla.

Pero cuando los pastores se reúnen personalmente y puntualmente, para ejercer, por así decirlo, su código de ayuda mutua, es durante los periódicos y obligados trasquiles de ganado: en las típicas "pelás".

Cuando el pastor precisa trasquilar su rebaño, recibe en su casa a aquellos otros compañeros de oficio que, voluntariamente y sin más paga que la comida y bebida diaria, le prestarán toda la ayuda necesaria para acabar este trabajo. Llegado el momento, el anfitrión de hoy corresponderá de igual manera, devolviendo el favor; y si el mismo no pudiese acudir al compromiso, enviaría a hijos o allegados que le representasen y cumpliesen con igual eficacia su trabajo.

El pastor canario no puede faltar a estas ayudas: siempre corresponderá como mejor pueda cuando sea preciso.



En el enclave pastoril grancanario de Pavón, nos encontramos con una importante trasquilá. Media el mes de mayo y es el momento, antes que el calor agobie más a los lanudos animales.

Para la pelá se ha reunido a cerca de cuatrocientas ovejas. Acuden pastores de toda la isla.

Como si de una invasión de aves desconocida se tratase, el tris-tras de las tijeras sofoca el aire con su metálico “chiar”.

Las ovejas van despojándose de su traje invernal, y corren al campo, frescas y aliviadas...

Mientras los hombres se aplican a la pelá, las mujeres, se ocupan de preparar el agasajo. Lo van disponiendo todo con exactitud de relojería. Sirven al detalle, no descansan para que nada falte para cuando los hombres se acerquen a la mesa: ahí estarán ellas, atentas, sin dejarse ver apenas, casi invisibles en su eficacia...

Es momento oportuno para intercambiar noticias, para estrechar lazos familiares y de amistad. Se habla de los pastos en las diversas zonas insulares, pero también podrían tratarse asuntos relacionados con posibles matrimonios entre miembros de diferentes "razas" no siempre próximas, repartidas por toda la isla...

Estas pelás pueden relacionarse también con antiguas luchas de carneros. Los espléndidos machos, al encontrase pelados se desconocen y las peleas, próxima la primavera y época de celo, suelen producirse.

ALFREDO AYALA OJEDA


miércoles, 4 de marzo de 2015

¡¡¡ QUIETAS LAS VACAS AHÍ!!!

... El día que Maestro Salvador “el de Abelardo”, se presentó en el Pérez Galdós…

En el Teatro Pérez Galdós, de Las Palmas de Gran Canaria, un grupo, creado por iniciativa de Totoyo Millares y que respondía al nombre de “Los Gofiones”, irrumpía en nuestro panorama musical anunciando su debut a bombo y platillo… Pocos, ni los mas optimistas, pensaron que andando el tiempo, Los Gofiones se convertirían en el referente de nuestra música tradicional y popular…

Por la época que me refiero, el 3 de octubre de 1.968, en el señorial Teatro Pérez Galdós, un puñado de hombres, con vestimenta “campurria”, estaban en el firme empeño de andar por veredas y caminos; por pueblos y pagos, para encontrar las raíces perdidas de algunos de nuestros temas que nos han dado carácter… El Teatro, estaba de bote en bote… No cabía un alfiler…

Los Gofiones, en los ensayos, estaban que se salían… y eso en la época de penuria que se vivía corrió como la pólvora por la ciudad y por el interior de la isla…

El folclore, en esos años estaba casi en manos exclusivas de la Sección Femenina y venía siendo hora de que toda esa muestra de sentimientos, de identidad, estuviera enmarcada, dirigida y fomentada por otras manos más expertas…

Por esa época, estaba de moda la minifalda y el guardia Gregorio , como ya recordé en otro artículo… La gente moceaba por la calle de Triana, yendo y viniendo desde el barranco Guiniguada hasta el parque de San Telmo, echándole el ojillo a las pibas que caminaban en sentido contrario… Allí, era el momento de suspirar, de enamorar… de buscar compañera “para siempre”…


Triana era un gigantesco suspiro de corazones que buscaban el calor de una compañía y, después de unos arrumacos…

Ese mes de octubre, ya nadie iba a la playa. La temporada con las mareas del Pino, casi terminaba y solo los turistas y unos pocos se atrevían al baño… Recuerdo una anécdota de un vecino de Las Canteras que vio a un turista bañarse en pleno invierno, con un frío que pelaba y olas de altura considerable que se acercó al guardia de la zona y le dijo: “¡saque a ese hombre de ahí!” ¡¡No ve que va acoger una pulmonía!!!

Y el guardia, ya acostumbrado a estos gestos de valentía, de ingleses y suecos, le contestó…

¡¡¡Estos turistas, están locos!!!

Pues así era nuestra isla… de ritmo reposado, sin prisas y con un turismo que cada vez era más numeroso…

Pues volviendo a la actuación de los Gofiones, digamos que al Teatro Pérez Galdós no se va de cualquier manera… allí hay que acudir con el trajito de los domingos, de estreno, bien aseadito y todo eso. Claro que las mujeres jovencitas llevaban la prenda de moda: la minifalda… Era la revolución ver esas niñas, con soltura luciendo su palmito y enseñando sus cimientos…

Los Gofiones, habían invitado, a un personaje extraordinario… Era una de las máximas preocupaciones por uno de los cantos mas tradicionales: “los cantos de trabajo”. Y era una preocupación porque nos habían invadido las prisas y los rápidos cambios a los que estaba sometida la sociedad, ponían en peligro esa costumbre.… Y se trajeron como exponente a una persona de talla… Maestro Salvador “el de Abelardo”…

Todo estaba a punto, el sonido preparado y momentos antes de subir el telón… Maestro Salvador, que se había dado una vuelta por el patio de butacas hasta la calle, luciendo su cachorro, su faja, y su Virginio, llegó alarmado… ¡Don Paco!, ( Paco era uno de los componentes distinguidos de Los Gofiones y el que lo había invitado a estar en el escenario del Teatro), ¡sáqueme de aquí…!

¡¡¡Pero Maestro Salvador!!! Dijo: Paco…

¿Dónde me has traído? ¿Tú te has paseado por ahí y has visto el escándalo?

El escándalo, eran las mujeres luciendo, con aquéllas breves faldas, las pantorrillas…

Sí y qué, Maestro Salvador… ¡es la moda!

¿La moda?, Esto está lleno de putas… ¡¡¡sácame de aquí….!!!

Claro, maestro Salvador llegaba de los altos de Gáldar, era el hombre rural extrapolado a los nuevos aires que se respiraban en la ciudad… Se hizo popular por su canto de trabajo “arando con vacas”… andando el tiempo, el programa Tenderete, lo reclamó, también de la mano de Paco Sánchez… Fue la primera vez que alguien interpretaba un canto de trabajo en Televisión Española…


Y, Maestro Salvador, “el de Abelardo”, sorprendió a la audiencia, con su voz y su estilo inconfundible y aquella frase que se hizo popular: ¡¡quietas las vacas ahí!!!...


ALFREDO AYALA OJEDA

LA NEGRA TOMASA Y LOS INDIANOS DE LA PALMA

VICTOR DÍAZ, “ES LA FIESTA”

Carnaval, San Miguel de La Palma… La isla verde, isla bonita, isla siempre por conocer completamente. Isla para la que no es fácil hallar adjetivo, por elogioso que resulte, justo… La isla de La Palma más que para las palabras lo es para el sentimiento. ¿Cómo, entonces, con tanta exclusividad, su carnaval no habría de ser también único?

Hablar del carnaval es hacerlo de cómo un pueblo vive y expresa, en gran medida, su personalidad sin trampa ni cartón; libre, gozosamente libre, sin querer parecerse a nadie ni ocultarse ante nadie. En esta libertad para mostrarse radica sin lugar a dudas la extraordinaria personalidad del carnaval palmero.


Lunes de carnaval, Santa Cruz de la Palma se despierta para ofrecernos, un festejo propio, nacido del puro sentimiento popular, sin imitaciones; pero también inimitable. Lunes de carnaval, “lunes de indianos”.

Pero haciendo un poco de historia para situar al lector debemos decir que hace años, cuando el abandono y el olvido seguían cebándose en la isla, el único horizonte menos amenazador era emigrar: cruzar el mar; buscar fortuna, tratar de hacer las Américas… y así fue como La Palma y Cuba llegaron a hermanarse con lazo indestructible.

Dejar la isla, tal vez por mucho tiempo, sacrificarse al límite, pero siempre con una sola idea: poder volver algún día con una gran fortuna, triunfador; ser respetado y admirado por todos… Demostrar con ostentación una valía y un poder envidiables: eran los indianos, el reducido grupo de los vencedores, que regresaban para mostrar su exitosa aventura ultramarina. Y volvían con aires, vestidos y maneras adoptadas del universo caribeño donde había alcanzado la fortuna.

Tanta ostentación y en algunos casos tal vez excesivo pavoneo, no podía escapar al sano y agudo humor, a la peculiar sátira del isleño.
Las relaciones entre La Palma y Cuba eran muy intensas: afilados veleros, impetuosos vapores cruzaban el Atlántico, varias veces al mes para enlazar ambas islas. Constante ir y venir pero no todos los pasajeros del regreso eran indianos… El indiano fue pronto parte del mito. Un personaje convertido en motivación para los más decididos. El indiano era un status muy difícil de alcanzar, casi rozaba la leyenda… Había mucho emigrante que nunca regresaba de su escala de sueño del aro tropical… y así pudo pasarse de la leyenda a la bien intencionada caricatura, a la limpia sátira, al sano humor, a la ingeniosa y exagerada parodia… En carnaval, la isla se decide a recibir en tono de chanza el regreso de los indianos, fabuloso personaje arrastrando baúles y maletas que rebosan dinero, ataviados con rebuscada elegancia habanera, puro humeante o no gigantesco en boca, rodeado de exotismo y tics caribeños, así que es de justicia, homenajearlos y recibirlos.

Con exquisita ironía, se acoge popular y multitudinariamente a los indianos: se sabe que no es oro todo cuanto reluce. Esperanzas, sueños, sacrificios, desengaños, fortuna… pero al fin todos regresados y unidos en la propia tierra: el sueño y la realidad del indiano se ha cumplido.

Hay que celebrar por todo lo alto este regreso. Este día, este lunes ya todos somos indianos. Los indianos desembarcan con todos sus atributos de éxito y riqueza bien a la vista: traje blanco de pies a cabeza, inmenso veguero entre los labios: ellas, vaporosos vestidos de blanco impoluto, de época, tocadas con pareja protegiéndose con sombrilla de una imaginaria y cruel solajera… Les acompaña una servidumbre de morenos porteadores que custodian por un igual tesoros y aves tropicales… y todo animado por ritmo y melodías del más puro gusto cubano: son, guajiras, rumbas, habaneras…

Ya en marcha, indianos y recibimiento se encaminan al Ayuntamiento para ser oficialmente recibidos. Pero un personaje singular, una representación máxima, como si dijéramos un embajador plenipotenciario del sueño y las ilusiones que ofrece Cuba al presunto aprendiz de indiano, se ha anticipado a la comitiva… ha llegado primero y se ha instalado en el atrio del Ayuntamiento, como para lanzar desde allí el volador, el pistoletazo de salida de la fiesta. Ese personaje único es la negra Tomasa.


La Negra Tomasa, me dedicó esta foto cuando le hacía un documental para la Televisión Canaria.

La negra Tomasa, protagonista de una conocida canción, encarna aquí la quinta esencia de ese ultramar caribeño de esa cuba que aguarda al indiano para tornarle rico y poderoso. La negra Tomasa y su exagerada corte rumbera, hipertropical y jacarandosa al límite, llega al Ayuntamiento en una no menos sofisticada guagua antigua o a pie, rescatada con estupendo acierto de la casi pérdida de memoria propia de estos tiempos.

La negra Tomasa llega para mostrar su exuberante vitalidad, su gracia provocadora, su insuperable desparpajo, su increíble, burla burlando, arte del baile y del ritmo más vivo… Llega enfundada, bajo increíbles aceites y alambicados ropajes de suprema parodia: encajes, blondas, pamela increíble… es la negra Tomasa como la encarnación de un sueño irresistible, el sueño indiano por la supuesta isla de promisión, toda fortuna y felicidad: la Cuba soñada que la negra Tomasa representa este día.

La negra Tomasa representa a la negra mulata de sueños prohibidos… retrata una época de esplendor en la isla, que al soco del cultivo de la caña de azúcar, la gente se mezcló con personas venidas a trabajar en La Palma… Así, llegó el ritmo, el color… Por eso, todo lo que baila gesticula o se contonea la Negra Tomasa no resulta extraña para los palmeros…

Es lunes indiano, ya todos somos indianos. El uniforme obligado, de blanco riguroso, pronto va a ser reforzado: este es uno de los exclusivos aportes del carnaval palmero: la interminable, inclemente, incesante hasta el agotamiento, batalla de los polvos de talco. Toda persona, calles, coches… Todo cuanto se ponga o se halle al alcance de los combatientes se cubrirá hasta el emplasto con la nube blanca del talco que unos y otros lanzan literalmente en cantidades industriales.

Pero ¿de dónde viene esta singular manera de festejar el carnaval? se dice que en el siglo XIX, un barco dejó en el muelle su cargamento de harina pasada y que el pueblo lo uso para la broma; otros opinan que la costumbre llegó de Cuba, donde ciertos ritos africanos tiñen de blanco a sus seguidores. Incluso hay quienes quieren encontrar sus raíces en la Castilla del siglo XIV. Nada se afirma con absoluta certeza, lo cierto es que el blanco de los polvos uniforma a la multitud por completo con el blanco y tradicional uniforme indiano.

Y la negra Tomasa, personaje inventado por el amigo Víctor Díaz, también popularmente conocido, como “Sosó” con su genial aportación a esta fiesta única, encarna una vez más el sueño y la imaginación del indiano, de cuanto quisiera traer, trae o dice de su cubana aventura.

Pero ¿quién es la persona, el cuerpo y el espíritu que dota al personaje de tantísima vitalidad y expresión, de tanta verdad? ¿Son personas y personaje, casi, casi, una misma identidad?

¿Cómo se puede vivir con tan gran convicción a este fantástico personaje?

Si los indianos son en este extraordinario lunes de carnaval, el pueblo mismo de Santa Cruz de La Palma, la negra Tomasa es, en carne, hueso y alma Víctor Díaz. Acercarnos a él, es conocer más y mejor a la negra Tomasa, a su maravilloso sentido de esta fiesta. Víctor vive la fiesta desde su raíz; por así decirlo desde su paciente y concienzudo laboratorio de fantasía.


Nada de esto es extraño, Sosó es la fiesta: no representa a la fiesta: él mismo es la pura fiesta. Durante muchos años ha transformado parte de esa maravilla de gracia, ironía y poesía, alma canaria regalada al mismo, que es el baile de los enanos, que excepcionalmente, en las fiestas lustrales, nos brinda La Palma. Sosó, ha expresado al límite su sensibilidad bailando esta polca mágica durante casi tres décadas… pero su fuerza y su don le permiten todavía ir en cabeza de otras muchas celebraciones: Sosó abre las grandes fiestas como si empujase la proa de un poderoso barco: porta el mascarón, (papagüevo) la luna de Valencia ese perfil provocador, libre de perjuicios que promete jornadas de alegre libertad… Sosó encarna la fiesta; su vitalidad sus grandes y variados matices de carácter, su don para el baile, de parodia, de teatralidad, se complementan y afirman con su experiencia personal, porque también Sosó sabe que la fiesta compensa de una dura vida, cotidiana y laboriosa. Su creación de la negra Tomasa tiene un origen vivido. Sosó, conoce de largos, de interminables esperas, de paciente trabajo frente a un horizonte desierto por el que, sin embargo, un buen día aparecerá un velero de ensueño, el barco de regreso portando felicidad y fortuna, los sueños cumplidos…

La negra Tomasa, Víctor Díaz, el hombre, bailó de enano, la Luna de Valencia, Sosó, sabe de idas y venidas, de buenos y amargos regresos, de ausencias y de apasionados encuentros en su época de guarda muelle… por eso Sosó sabe de ese ir y volver del indiano, que amparado en el lema que atrajo a la emigración a América: “cinco años y una fortuna”. Por eso el indiano es cosa seria, cosa propia de la isla… de ahí el notable esfuerzo de todo un pueblo, que participa en esta parodia exagerada, para convertir los finales del esfuerzo de la página de la emigración, con esta grandísima fiesta, que es tanto como endulzar con gracia y fina ironía, la historia de un pueblo…


ALFREDO AYALA OJEDA

jueves, 26 de febrero de 2015

LOS SORONDONGOS DE JOSÉ MARÍA GIL

Yo, conocí a José María Gil. Lo conocí en distintos momentos. Sabía de su trayectoria de su profunda convicción religiosa. La última vez que lo vi, sentí vergüenza ajena… Fue precisamente en San Bartolomé y estábamos con todo dispuesto para grabar uno de los programas de Televisión Española en Canarias, que dirigía Fernando Díaz Cutillas: “El Pueblo Canta”, en el que pensábamos recoger su vida y obra…

Contaba en ese momento don José María Gil 92 años y estaba lúcido… Habíamos quedado citados a primera hora de la mañana, en la plaza de San Bartolomé. Allí, estaba esperándonos don José María, puntual a la cita… Estuvimos grabando en su molino, en la ventita que tenía frente y en el interior de su casa… Aparecieron enseguida las fotografías de aquella histórica agrupación Ajey y afloraron los recuerdos. El programa, debía terminar con unos Sorondongos cantados por el propio José María y acompañado por distintos componentes que habían estado en el grupo de José María… Pero no se sabe por qué, nadie apareció a la cita… Esperamos el tiempo prudencial, pero ningún componente apareció por ni por la casa, ni por el molino…
                            

Pero el tiempo era para nosotros precioso y no podíamos dejar el programa a medias… Y claro hicimos una solución de esas que se llaman salomónicas… Sentamos a don José María en un sillón de dos plazas, al lado de su hijo Esteban en el interior de su casa y nosotros, desde detrás de las cámaras hicimos los coros… Y así, poco a poco, con las viejas cámaras de cine en 16 m.m. comenzamos la grabación… al término de la grabación nos fuimos todos a almorzar al Castillo de San Gabriel, donde como era habitual, don José María, bendijo la mesa.

Algunos de los Sorondongos cantados por José María, los reproducimos aquí para conocimiento general…


 ALFREDO AYALA OJEDA



SORONDONGO DEL VIAJE A LA LUNA 

 CORO:
El sorondongo, mondongo del fraile
Que venga esa niña, que entre y lo baile

SOLOS:
El Sorondongo es un baile bonito:
Lo bailan los pobres, lo bailan los ricos

Con el sorondongo te canto mi amor
Te llevo enroscao en mi corazón

Si tu me quisieras yo me casaría
Que pa´mantenerte yo trabajaría

Si nos casamos yo tengo pensao
Para la luna salir disparao

Nos dan el pasaje y encima dinero
Y dos coronas por ser los primeros

De nuestra familia nos despediremos,
Pues me parece que no volveremos

Allí pasaremos la luna de miel,
En nuestra casita hecha de papel

Felices seremos lejos de la tierra,
Allí viviremos sin miedo a la guerra

Los cuatro cuartos que tiene la Luna
Los cambio en pesetas y hago una fortuna

Con tanto “Spunique” que mandan pa´l aire
Queman el dinero y aumentan el hambre

Con tanta bomba que se está inventando,
Nuestra propia fosa la estamos cavando.

Pongan gran cuidado que va a terminar
El Sorondongo con este cantar

SORONDONGO DEL HONGO 

CORO:
El sorondongo, mondongo del fraile,
Que venga la niña que entre y lo baile.

SOLOS:
El sorondongo ya tiene familia
Y se llama hongo esta maravilla

Lo vi en una guagua, viniendo montado,
Metido en el agua, en un frasco tapado

Con te y azúcar se alimenta el bicho
No son paparruchas, así me lo han dicho

Cuando pasa el tiempo –no se cuentos días-
Llegado el momento, va y suelta una cría

Boticas y médicos se van todos pa´l fondo
En cuanto tengamos cada uno su hongo

Todo mal se cura con este remedio,
A no ser que una guagua nos quite de en medio

Parece una pota metida en un mojo…
A mi me da ascua y cierro los ojos

Y cierro los ojos pa´beberme el agua
Pos se me resuelguen hasta las entrañas

Mas si tú me quieres, con cariño hondo,
Yo me bebo el agua…y me como el hongo

Mas si no me quieres, como yo te quiero…
Yo me lo trago; yo no me lo bebo

Y ya se termina el cuento del hongo.
Y también se acaba el sorondongo.

SORONDONGO DE LOS MILLONES

CORO:
El sorondongo, mondongo del fraile.
Que venga Pons Cano, que entre y lo baile

SOLOS:
El Sorondongo de los millones
Que pronto tendremos el oro a montones

En Lanzarote seremos ricos
Hurgando en la arena con palas y picos

Porque en Lanzarote hay oro y uranio
En el Islote, que llaman Hilario

¡Quien le diría al pobre Hilario
Que llegaría a ser millonario!

Y con el fuego que hay en la montaña
Tendremos la luz tendremos el agua

Y esto es muy cierto, lo dijo Pons Cano,
Que unos dicen que es loco y otros que es sabio

Pensaba marcharse para Venezuela…
Cuando supo esto, ¡que vaya el que quiera!

EL SORONDONGO DE LOS PLATILLOS VOLANTES

CORO:
El sorondongo, mondongo del fraile,
Que venga la niña, que entre y lo baile

SOLOS:
Los “platillos volantes”, de que tanto se ha hablado,
A todos nos traen preocupados

Desde hace años se viene hablando
De objetos extraños que andan volando

Hay quien nos cuenta que ha visto plato
Donde entran y salen los “monifatos”.
Hay que ver las cosas que dice la prensa
Y las “macanas” que allí nos cuentan.

Viviendo estamos de novedades
Y nos tragamos barbaridades

Yo he visto platos y las estrellas
Al caer borrachos sobre unas piedras 

Lo de comer se ha puesto tan caro
Que hasta las nubes el plato ha volado

Pesaba la cuenta de setenta kilos.
Hoy peso cuarenta y estoy como un hilo

Todo el mundo dice: ¡que caro esta todo!
Y es que es imposible vivir de este modo.

Nos dan esperanzas y así vamos viviendo
Y poquito a poco nos vamos muriendo

Mas, si me quieres, tendremos el plato
Que yo hasta las nubes subiré a buscarlo

El sorondongo ya se termina
Que veo varios platos en la cocina…
  
EL SORONDONGO DEL CAMPESINO

CORO:
El sorondongo del campesino
Puños de gofio y tragos de vino

Solos con el sorondongo te canto mi amor
Que llevo enroscado en mi corazón

Las tierras de medias son un mal negocio
Se rompe uno el cuero y no saca pa´l gofio

Detrás del camello, todo el santo día
Agarrado al rabo y poca comida

Vendí mis tres cabras, vendí mi camella
Sin paja ni agua, ¡para Venezuela!

Tengo mi novia que es muy buena chica
Trabajadora y muy bonita

Por la mañana agarra la escoba
Barre la casa y mata las moscas

La oigo cantando todos los días
El sorondongo y las folías

Ella me dice: ¡nos casaremos!
Y yo le digo: ¡ya lo veremos!

Yo quiero casarme y no tengo dinero
Pa´pasar hambre… ¡me quedo soltero!

El sorondongo se va a terminar
Que estoy, molestando con tanto cantar.

EL SORONDONGO DE LOS MARINEROS

CORO:
El Sorondongo de los marineros.
Que se baila a bordo, al son de un caldero

SOLO:
Yo soy de la tierra y voy por la mar,
Si veo que no llueve, me voy a pescar

Igual que mi padre, igual que mi abuelo,
Desde que era muchacho, yo soy marinero

Los mejores peluqueros ya me los sé
Bocajarras y Cabiñas, las Mesas y el Perchel

La bombarda y Gurey, El Corral y el Ciprés,
Morro de Ancla y la Güera, El Rio y Port Etienne

Si quieres casarte con un marinero
Puedes prepararte porque yo te quiero

Que no soy bonito, eso bien lo veo
Pero tú has visto otros más feos

También pienso mandarte los norte y espinas
Pa´que los repartas entre las vecinas

Habla con tu madre a ver si me admite
Y para las fiestas casarnos permite

Si la negativa me das por respuesta
Me voy a la costa y no espero a la fiesta

El Sorondongo se va a terminar
Sorongo, sorongo, con este cantar

miércoles, 25 de febrero de 2015

LOS HUEVOS FRITOS DE "ROQUE FARO"

"Canarias Viva" fue un serie que se emprendió para, además de hacer un recorrido con modernos medios por todos los 87 municipios de las islas, recoger la historia, el arte, la curiosidad, personajes, escritores, paisajes y todo lo que puede dar de si cada uno de ellos…

Recuerdo cómo la mayor de las curiosidades Caleta de Fuste, en Fuerteventura, un tractor, pegadito al castillo, empezaba a remover la arena de la playa para empezar a levantar un amplio recinto turístico que se conocería, como “el Castillo” y tal es la aceptación del lugar que la construcción se remonta desde la recogida caleta de la playa hasta lo más alto de la montaña…

Lo mismo sucedía en otros puntos del archipiélago… En cierta ocasión, queríamos retratar y contar como vivía la gente del Tablao, de Garafía, Roque Faro, Franceses, Gallegos…esa cara más oculta o alejada de la capital de la isla de La Palma. Todavía estaba en uso aquellos encargos que le hacían al chófer de la guagua, en su recorrido desde estas zonas hasta la capital…llévele esto a Juanito, él va a recogerlo a la parada o chófer, cuando esté en La Palma (así llaman a la capital de la isla, los que están fuera del casco capitalino), tráigame…

Pues bien nosotros, cuando terminamos una de esas jornadas de grabación, decidimos ir a comer a Roque Faro… la comida suele ser carne de cordero o cabra, alguna sopa y poco más… Pero tiene un sabor de escándalo… así que después de comer el primer y segundo plato pues pedí un postre… No, no tengo nada de postre… miré para la estantería y vi unos duraznos y unas latas de piña tropical y le dije pues póngame un huevo frito… y claro ante la carencia, todos pedimos lo mismo…

Esperamos pacientemente que el hombre abriera las latas y nos trajera el postre…y cual no fue nuestro asombro cuando aparece con una bandeja y seis huevos de gallina fritos…

No hombre, no…era esto y esto, le explicamos…pero deje los huevos fritos… los huevos, tenían una pinta del quince… rojos, recogidos, grandes y apetitosos pues no pudimos resistir la tentación y devoramos los huevos con rapidez…aquella yema parecía que había que cortarla con un cuchillo… Y estos huevos de dónde son…y el camarero me dijo, venga pa´cá me señaló fuera del local a través de la ventana y vi un bando numeroso de gallinas que estaba sueltas, escarbando la tierra, buscándose la vida…ese era el sabor y el secreto de aquellos sabrosos huevos.

Después, muchas veces más recalamos por la isla... y una de nuestras visitas, era ir a Roque Faro a comernos esos sabrosos huevos de la tierra…

ALFREDO AYALA OJEDA

miércoles, 18 de febrero de 2015

FUERTE BROMA, CABALLERO

La Unión deportiva Las Palmas, nuestro equipillo amarillo, allá por sus inicios, tenía situada su sede en la Calle Luis Antúnez, en el número 1… La citada calle hace frontera con Ciudad Jardín… Eran unos momentos delicados en los que se carecía de toda clase de recursos…Eran tiempos en que no se tenía ni pa´pagar a la señora que lavaba la ropa del equipo… La situación inicial, era tan penosa que el teléfono del club estaba situado en el populoso bar Vigo, frente mismo a la sede…
  
Un poquito más abajo, haciendo esquina con León y Castillo, otro barcito muy popular, el de "Pancho Monea”, tenía una actividad intensa y una clientela que podíamos decir “fija”. Pancho Monea, era un hombre con mucha chispa… había sido futbolista y gozaba de consideración entre los asiduos…

En el bar de Pancho Monea se estilaba jugar partidas al subastao y al dominó… allí, por turno, las sillas del bar era como camas de los submarinos…se levantaban unos y se sentaba otros…vamos que el asiento no se enfriaba nada más que cuando Pancho cerraba… Entre los habituales, estaba Cirilo… Cirilo era, el mirón…ese clásico que al jugador no le gusta que esté cerca, que todo lo sabe, aunque no largue palabra…Cirilo solo con un gesto aprobaba o suspendía el acierto o el error del jugador… Y ¡coño!, ¡¡eso jode!!

Pero Cirilo, como humano que era, también descansaba…vamos que se daba sus cabezaditas… para ello, llegado el momento, le daba la vuelta a la silla y usaba el respaldo de la silla para apoyar los brazos y, sobre ellos, inclinaba la cabeza… Entonces, ronquido va y ronquido viene que exasperaban a los que allí estaban… Un día, un gracioso tocado con esa capilla de mala "milk", decidió gastarle una broma a Cirilo, para acabar con tan desagradable situación… habló con los que estaban en el bar y todos asintieron…

La cabezadilla de Cirilo, hay que decirlo, tenía una duración inglesa… empezaba a la hora en punto y terminaba 20 minutos más tarde… Era tan puntual que la convocatoria de su cabezadita parecía que eran citaciones que le enviaban desde el Juzgado… Al despertarse miraba su “longines” y con un gesto, aprobaba la cabezadilla.

La broma consistía en cerrar las puertas del local, apagar las luces, no fumar, ni encender mechero o fósforos y seguir jugando a oscuras como si nada pasara…

Y claro, llegado el momento, con Cirilo dormidito, se cerraron las puertas, el local se quedó más oscuro que el sobaco de un cuervo y las voces seguían: “no… si tú te doblas, a mi no me dejas salir… eso me pasa por jugar con quien no sabe….en la otra mesa…¡envío!, en fin las voces más elevaditas para sacar a Cirilo de la profundidad del sueño…. Cirilo se despertó… con los ojos de par en par, no veía un carajo mientras seguía escuchando a los demás que la partida se desarrollaba con normalidad…

El corazón de Cirilo se movía como un flan y cada vez se aceleraba más…no daba crédito a comprender lo que pasaba… de pronto, rompió su silencio….

¡¡¡¡SOCÓRRANME!!!!, ¡¡¡¡AUXILIO!!!! ¡¡¡POR FAVOR, ESTOY CIEGO!!! ¡¡¡SÁQUENME DE AQUÍ…. ¡¡¡RÁPIDO, UN MÉDICO!!!

Claro las risas aparecieron y el descojono fue tremendo…las luces se encendieron y, dicen las malas lenguas que Cirilo, jamás cambió la posición de la silla ni se pegó ninguna cabezadita más en el bar de Pancho Ponea…



ALFREDO AYALA OJEDA

sábado, 14 de febrero de 2015

RADIO ECCA: 50 AÑOS ENSEÑANDO

A mediados de los sesenta, después de un larguísimo, casi interminable letargo, la isla de Gran Canaria, empezaba a despertar del sometimiento del cachetón y tentetieso… Del ordeno y mando. Se desperezaba y distintos colectivos daban un salto de gigante… Empezaban los Sabandeños a romper con lo establecido y poco a poco otros grupos hacían piña, para que el folclore saliera del encorsetamiento de la Sección Femenina… La mujer, en esa época, estaba reservada para el matrimonio y los estudios que se les ofrecía eran más un adiestramiento en labores domésticas: “Corte y Confección”, “Cocina” o “Economía Doméstica”. Además esperar un buen pretendiente… Era, repito, en esa época, aprender lo justito para ser una perfecta mujer de su casa. El analfabetismo, según los datos del Ministerio de Educación y Ciencias, alcanzaba en el año 1.965 más del 30 por ciento de la población…

Urgía, solucionar este grave problema. Y nació Radio Ecca, “La emisora que enseña”, la que se abría paso en las ondas, gracias a la visión y la tenacidad del padre Villén. Un loco o iluminado que tenía fe en el proyecto para empezar su lucha, para erradicar el analfabetismo en Canarias…

Y el proyecto que bullía desde hacía tiempo en la cabeza del padre Villén, pasito a pasito, consiguió no solo el respaldo de distintos colectivos y autoridades. También los isleños aprovecharon su tiempo libre para incorporarse a la enseñanza…

Se van cubriendo los objetivos y con el despertar del turismo, allá por 1.966, “la emisora que enseña” comienza a impartir clases de inglés. Radio Ecca, en Canarias, continúa dando el estirón y propios y residentes en Canarias se sienten no solo familiarizados con Radio Ecca, sino también atraídos por sus servicios.


En distintas ocasiones, acudí invitado para contar algunos aspectos de mis distintos trabajos televisivos etnográficos y folclóricos. 

Hoy, estoy orgulloso al comprobar que aquella semilla inicial que empezó su andadura en 1.965 se haya convertido en un árbol frondoso donde todos, de una manera u otra, nos hemos enriquecido culturalmente…

Gracias Radio Ecca y feliz aniversario…

ALFREDO AYALA OJEDA