La Unión deportiva Las Palmas, nuestro equipillo amarillo,
allá por sus inicios, tenía situada su sede en la Calle Luis Antúnez, en el
número 1… La citada calle hace frontera con Ciudad Jardín… Eran unos momentos
delicados en los que se carecía de toda clase de recursos…Eran tiempos en que
no se tenía ni pa´pagar a la señora que lavaba la ropa del equipo… La situación
inicial, era tan penosa que el teléfono del club estaba situado en el populoso
bar Vigo, frente mismo a la sede…
Un poquito más abajo, haciendo esquina con León y Castillo,
otro barcito muy popular, el de "Pancho Monea”, tenía una actividad
intensa y una clientela que podíamos decir “fija”. Pancho Monea, era
un hombre con mucha chispa… había sido futbolista y gozaba de consideración
entre los asiduos…
En el bar de Pancho Monea se estilaba jugar partidas al
subastao y al dominó… allí, por turno, las sillas del bar era como camas de los
submarinos…se levantaban unos y se sentaba otros…vamos que el asiento no se
enfriaba nada más que cuando Pancho cerraba… Entre los habituales, estaba
Cirilo… Cirilo era, el mirón…ese clásico que al jugador no le gusta que esté
cerca, que todo lo sabe, aunque no largue palabra…Cirilo solo con un gesto
aprobaba o suspendía el acierto o el error del jugador… Y ¡coño!, ¡¡eso jode!!
Pero Cirilo, como humano que era, también descansaba…vamos
que se daba sus cabezaditas… para ello, llegado el momento, le daba la vuelta a
la silla y usaba el respaldo de la silla para apoyar los brazos y, sobre ellos,
inclinaba la cabeza… Entonces, ronquido va y ronquido viene que exasperaban a
los que allí estaban… Un día, un gracioso tocado con esa capilla de mala
"milk", decidió gastarle una broma a Cirilo, para acabar con tan
desagradable situación… habló con los que estaban en el bar y todos asintieron…
La cabezadilla de Cirilo, hay que decirlo, tenía una
duración inglesa… empezaba a la hora en punto y terminaba 20 minutos más tarde…
Era tan puntual que la convocatoria de su cabezadita parecía que eran
citaciones que le enviaban desde el Juzgado… Al despertarse miraba su
“longines” y con un gesto, aprobaba la cabezadilla.
La broma consistía en cerrar las puertas del local, apagar
las luces, no fumar, ni encender mechero o fósforos y seguir jugando a oscuras
como si nada pasara…
Y claro, llegado el momento, con Cirilo dormidito, se
cerraron las puertas, el local se quedó más oscuro que el sobaco de un cuervo y
las voces seguían: “no… si tú te doblas, a mi no me dejas salir… eso me pasa
por jugar con quien no sabe….en la otra mesa…¡envío!, en fin las voces más
elevaditas para sacar a Cirilo de la profundidad del sueño…. Cirilo se
despertó… con los ojos de par en par, no veía un carajo mientras seguía
escuchando a los demás que la partida se desarrollaba con normalidad…
El corazón de Cirilo se movía como un flan y cada vez se
aceleraba más…no daba crédito a comprender lo que pasaba… de pronto, rompió su
silencio….
¡¡¡¡SOCÓRRANME!!!!, ¡¡¡¡AUXILIO!!!! ¡¡¡POR FAVOR,
ESTOY CIEGO!!! ¡¡¡SÁQUENME DE AQUÍ…. ¡¡¡RÁPIDO, UN MÉDICO!!!
Claro las risas aparecieron y el descojono fue tremendo…las
luces se encendieron y, dicen las malas lenguas que Cirilo, jamás cambió la
posición de la silla ni se pegó ninguna cabezadita más en el bar de Pancho
Ponea…
ALFREDO AYALA OJEDA
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