martes, 10 de marzo de 2015

RECORDANDO A GREGORIO EL GUARDIA

Gregorio, era un guardia único. Gozaba del prestigio y de la consideración de la gente del pueblo. Él, tenía sus inquietudes y su afán de superación. Alternaba, su empleo de guardia municipal con los estudios nocturnos en el Instituto Pérez Galdós, en Tomás Morales…

Numerosas son las anécdotas que se cuentan de Gregorio… pero vamos primero a situarlo en su puesto de trabajo para entenderlo mejor… Él, prestaba sus servicios en el cruce de Bravo Murillo con Triana… Estaba subido en un tacón de unos 40 centímetros de alto desde donde dirigía el tráfico. Era una época en la que todavía los semáforos, no habían llegado a las islas…

Gregorio era divertido y hacia con gracia y prontitud su trabajo… pero los lunes, para él, tocaba llenar la quiniela… y lo hacía de una manera curiosa… aleatoriamente, armaba una carajera con el pito, se bajaba del tacón y se dirigía a cualquier conductor y lo mandaba a parar… entonces, sacaba el block del bolsillo y le preguntaba al conductor: ¿Real Madrid- Español? Y el conductor entre incrédulo y sorprendido le respondía “equis” y así hasta completar los catorce resultados… Así era Gregorio…en otra ocasión acababa de llegar por las islas la revolución: “La minifalda” y las muchachillas nuevitas pues rápidamente se la encasquetaron… las miradas, los suspiros, estaban a la orden del día… pero Gregorio festejaba el momento de una manera más curiosa…Él, cuando veía una muchacha vistosa, con minifalda y dispuesta a cruzar la calle, él paraba el trafico y hacia el gesto a la joven para que cruzara por el paso de peatones, era como si convirtiera el paso de peatones en una pasarela… y ni que decir tiene que los colores se le subían a la joven que caminaba con las piernas temblonas, la felicidad por dentro y la vergüenza por fuera…


Y, cuando se avecinaban las navidades, los conductores y comerciantes de la zona, se acercaban hasta el lugar donde él dirigía el tráfico para regalarle algunas botellas de vino, coñac, gallos, cabritos, turrones…Gregorio era un hombre muy querido, que jamás le faltó el detalle del pueblo cuando las fiestas se avecinaban.


ALFREDO AYALA OJEDA

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