Corría el año de 1.989 y hacía algún tiempo que venía
recuperando material de alta importancia para los archivos de Televisión
Española, en Canarias. Algunas grabaciones de gran valor documental pasaron por
mis manos. Era, un material valioso que andando el tiempo serviría para que en
un futuro, generaciones venideras, pudieran no solo comprendernos mejor sino
conocer con más detalles algunos aspectos de la historia de nuestras islas… Uno
de esos miles de documentos pertenecía al extraordinario programa etnográfico
“Raíces” y estaba fechado en 1.975…
Este año se caracterizó por el fallecimiento del
Generalísimo, la entrega vergonzante del Sahara y la desbandada de numerosas
personas que se lanzaron al campo para intentar recuperar, -muchas con más
voluntad que acierto-, algunas de las tradiciones que se sabían nuestras y que
se consideraban desaparecidas…
“TENDERETE”, había dejado de emitirse y comenzábamos con
otra programa también dedicado al folclore: “El Pueblo Canta”… y le siguió otro
que recorrió los 87 municipios del Archipiélago: “Canarias Viva”, dirigido por
el amigo Guillermo Aguado, presentado por Díaz Cutillas y producido por mí…
Pero volvamos al tema que ocupa el centro de este artículo
“EL PÁMPANO ROTO”, única danza fálica conocida en Canarias…
Hice acopio de material y mantuve entrevistas con Vicente
Sánchez Araña, en su museo, de Santa Lucía; con Adolfo Santana que había
realizado para el periódico Canarias7, un trabajo sobre el tema y con Lothar
Siemens, que había realizado un interesantísimo y profundo trabajo de campo…
Y con todo ello, nos lanzamos al barranco de Guayadeque…
Al alba, llegamos al escenario del Pámpano roto. Quizás,
levantar este programa de poco más de treinta minutos de duración, fue uno de
los grandes inconvenientes que debimos sortear porque los moradores del
barranco eran muy parcos en el decir, la orografía es muy abrupta y, sobre todo
por lo disperso de los núcleos habitados… pero sí estábamos convencidos que nos
encontrábamos en el mismísimo escenario, donde se dice se desarrollaba este
juego o baile que de ambas maneras se recuerda hoy en día…
El barranco de Guayadeque, situado al este de Gran Canaria, se
abre en la cumbre, desde la Caldera de los Marteles, y desciende por los pagos
de El Surco, Miraflor, Montaña las Tierras, Cuevas Muchas y Cueva Bermeja o
Guayadeque. En su mayor amplitud cruza entre los pueblos de Ingenio y Agüimes,
bordea El Carrizal y acaba en el mar, muy cerca del aeropuerto de Gran Canaria.
Foto: Barranco de Guayadeque
En la zona de Guayadeque, constata la arqueología un largo
asentamiento aborigen que, tal vez, se remonta hasta la prehistoria. Pero tras
la conquista, la ubicación de este barranco, de muy difícil acceso hasta hace
muy pocos años, lo limitado de sus recursos naturales para asegurar la
subsistencia a un amplio número de moradores ha propiciado un casi permanente
aislamiento, próximo a la marginación.
Hoy en día, los poblamientos están alejados y dispersos;
muchas de sus antiguas cuevas siguen siendo utilizadas como vivienda y la
soledad continúa determinando una de las características, más peculiares del
barranco y sus gentes.
A finales de los años sesenta, el número de sus habitantes
era prácticamente el mismo que el reflejado por un documento censal del siglo
XVIII.
En teoría, estas condiciones configuran a Guayadeque como un
espacio muy favorable al mantenimiento de tradiciones y costumbres que en otros
lugares, más abiertos y concurridos, resultaría difícil preservar. Sin embargo
el barranco no revela sus secretos. Como ensimismado se enseñorea con su propio
silencio y sus altivas soledades.
Sobrecoge la soledad de estos parajes; pero no turban menos
los testimonios que nos ofrece la arqueología y los fragmentos, recuerdo de
ciertas celebraciones y creencias, que han pervivido por tradición oral hasta
el presente.
Apareciéndose del misterioso pasado, surge de Guayadeque la
memoria de una desconcertante celebración: la única danza fálica, conocida
hasta la fecha en el Archipiélago Canario. Nos estamos refiriendo al “baile del
pámpano roto”.
Foto: Ñamera
El pámpano roto... una celebración al parecer exclusiva del
barranco de Guayadeque; algo todavía cercano que los mayores dicen haber oído
relatar en su niñez o juventud a los más viejos, quienes, a su vez, testimonian
haber escuchado de sus padres o abuelos... Proponiéndonos así una larga cadena
que libera de precisiones y compromisos; porque nadie, que se sepa, confesó
nunca categóricamente haber tomado parte en el Pámpano roto. Nadie lo había
vivido ya en primera persona.
Pero ¿Qué es el Pámpano roto?, ¿Qué se sabe acerca de tan extraña
y singular práctica?
El folclorista e investigador Lothar Siemens, allá por los
años sesenta, investigó esta tradición sobre el propio terreno del barranco,
cuando todavía no existía la actual carretera que lo hace accesible y rompe, al
menos formalmente, su primitivo aislamiento. Lothar Siemens iniciaba así una
serie de aproximaciones rigurosas al “baile del pámpano roto” y al no menos
singular contexto que lo albergaba.
Hoy, cuarenta años después de que Lothar Siemens hiciera su
investigación, con unas comunicaciones que permiten el acceso a voluntad,
pudimos verificar que los informantes continuaban manteniendo las mismas
versiones, aunque su origen sigue tan oscuro como entonces.
Después de varias charlas con Bartolito, hombre dicharachero
y partiendo de su relato, mantuvimos contacto con el grupo teatral “Los
Agüimenses” sin cuya colaboración nos hubiera sido imposible efectuar las
distintas escenas ilustrativas que, sobre las distintas versiones del pámpano
roto existen en el barranco. Siguiendo puntualmente las indicaciones de nuestro
informante, tratamos de reproducir estas escenas lo más exactamente posible...
El interés por “el pámpano roto“, reapareció en la década de
los setenta, con los nuevos vientos democráticos que propiciaban la recuperación
del acervo cultural del pueblo, largos años olvidado, mitificado o prohibido.
Fue en mil novecientos setenta y cinco, cuando el periodista
Adolfo Santana, volvió a investigar el fascinante tema del pámpano roto. Adolfo
Santana recorrió el barranco de Guayadeque, por sus más apartados pagos y habló
con sus más aislados moradores. Sus indagaciones estuvieron plagadas de
dificultades y silencios; pero Adolfo Santana logró entrevistar al último
informante que vivió en los tiempos en que el pámpano roto todavía se
celebraba. El informante, ya fallecido, Bartolito Coruña, contaba en el momento
de la entrevista noventa y tres años de edad.
Según este relato, en su época ya no se bailaba el pámpano
desnudo; pero si antes, cuando se celebraba en las eras y en cuevas....
Estas declaraciones de Bartolito Coruña aportaban aspectos
más primitivos, oscuros y dramáticos a la celebración del pámpano por él
evocada. El anciano habló de danza a la exigua luz de un candil, bailando los
participantes al son de un tambor, y atravesando, posiblemente frenéticos, la
noche hasta el último jadeo y hasta el amanecer.
La danza se efectuaba en filas enfrentadas… la mujer, se
cubría sus partes con siete hojas de ñamera y el hombre, con su falo erecto y
las manos unidas y en la espalda, intentaba perforar las hojas hasta llegar a
la mujer… si lo lograba, el emparejamiento quedaba en firme…
Por la trasera de Montaña la Tierra, mantuve otra
conversación sobre tan espinoso asunto… Allí, en la entrada de su casa, hablé
con don Manuel Martel, quien me volvió a contar en qué consistía la danza y me
repitió lo mismo que le había dicho Bartolito Coruña, al amigo Adolfo Santana…
Incluso, cuando atosigué a don Manuel Martel con distintas preguntas, casi
ofendido me dijo: “yo se lo escuché a mi padre y mi padre, no miente”.
Foto: Montaña La Tierra
La existencia del pámpano roto se extendió más allá de los límites
de Canarias. En mil novecientos ochenta y uno, el programa etnográfico “raíces”
de Televisión Española se trasladó a Guayadeque para tratar de recoger toda la
información posible acerca de esta insólita celebración.
Después del programa “Raíces” una larga década volvió a
silenciar el espinoso asunto del pámpano roto.
Hoy, la nueva carretera y el progresivo afeamiento y
deterioro del paisaje, al modernizar muchas de sus viviendas, tornaron aún más
extravagante esta tradición, y dieron al barranco un aspecto todavía más ajeno
e irreductible ante los tiempos nuevos.
Ante este panorama de deterioro amenazante y de renovados
mecanismos del olvido que suponen los cambios bruscos sobre el medio rural, las
interrogantes que plantea el pámpano roto, precisamente por su extraordinaria
singularidad, van tomando un creciente interés etnográfico, folclórico y
antropológico.
¿Pudo evolucionar el pámpano roto desde los ritos
iniciáticos y las danzas fálicas hasta convertirse en un juego de
entretenimiento en las velas de parida, sirviendo también como mecanismo para
que la mujer eligiese pareja? Pero ¿cuál fue su raíz y su genuina
representación?, ¿es un elemento cultural aborigen autóctono? y si no lo es ¿de
dónde, cómo y cuando llegó a Canarias?, ¿por qué el pámpano roto no se conoce
en otra isla del Archipiélago que no sea Gran Canaria? Y ¿por qué aquí su
tradición se circunscribe únicamente al barranco de Guayadeque?...
De una pregunta a otra el misterio del pámpano roto
permanece impenetrable.
Un gran “si...pero no...” ordena y desordena las conjeturas.
Flota en el barranco de Guayadeque un silencio grave y
reverencial, como de templo abandonado o destruido. Es un silencio extraño,
participativo; tal vez con cierto grado de ocultamiento, de defensa incluso.
Podría pensarse que sobre el barranco gravita un silencio, que es mucho más que
ignorancia y desmemoria. Y bajo este silencio, también parece cubrirse el baile
del pámpano roto: un misterio, que tal vez decidiesen sellar para siempre
quienes mejor y más directamente lo conocían.
Hemos andado y reflejado lo mejor posible los ásperos
paisajes del barranco con el amor y la reverencia de quien pisa una tierra, que
en gran medida lo es de sus propios ancestros. Sin triunfalismos pero con
convicción, creemos poder decir que sobre el pámpano roto, hoy por hoy, esto es
lo que hay.
Todavía, sobre el pámpano roto, no aparece ningún asidero
firme al que acogerse sin reservas. Por el momento, el baile del Pámpano roto
queda como uno de los aspectos más misteriosos, turbadores y extraños de la
cultura popular de las Islas Canarias.
ALFREDO AYALA OJEDA
Este programa causó su impacto. Incluso hubo un grupo folclórico que solicitó la abundante información recopilada para recrear en escenarios la "Danza del Pampano roto". El texto, una vez traducido se presento a un concurso internacional en Sibiú, Rumanía y quedo entre los diez finalistas. Hasta allí, Juan Martínez y yo (directores del programa) acudimos para defenderlo.
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