“NO ME GUSTA DEJAR EN RIDÍCULO A NADIE”. ME DIJO EL FARO.
Hoy voy a contar aquel acontecimiento que tuvo por escenario, el viejo e histórico Campo España, palacio de los deportes de la época a la que me refiero, y que finalizó a comienzos de 1960.
Cierto día, en la redacción del periódico “El Eco de Canarias”,
publicación desaparecida en 1.975, se presentó un hombretón, de esos que son como un 4x4. Su hablar era raro para mí y es que era mallorquín. Lucía una muñequera de cuero, que le iba desde la muñeca a casi el codo… el pelo suelto, rizado, negro, anchas espaldas…
publicación desaparecida en 1.975, se presentó un hombretón, de esos que son como un 4x4. Su hablar era raro para mí y es que era mallorquín. Lucía una muñequera de cuero, que le iba desde la muñeca a casi el codo… el pelo suelto, rizado, negro, anchas espaldas…
-¿El señor Ayala?, me preguntó.
-Dentro, pase esa puerta de la derecha. Está debajo de la escalera, que va a la segunda planta…
El hombre traspuso…
Mantuvo la conversación y Félix Urquijo, en la puerta del Eco de Canarias le sacó una serie de fotografías…
-¿Quién es…? Le pregunté a Urquijo..
-Un forzudo, “El Sansón del siglo XX”.
Mi padre, que por aquel entonces era secretario de la Federación de lucha, tenía concertado en el Campo España una luchada entre el Rumbo y el Adargoma, cartel que casi era normal. Una semana luchaba el Rumbo y el Adargoma y a la semana siguiente el Adargoma y el Rumbo… no estaba la lucha, en ese momento, cómo para tirar voladores…
La luchada estaba anunciada para la hora habitual: las 4 de la tarde. La luchada, en ese año, se celebraba en familia, pero ese día, con la actuación del Sansón del siglo XX los coches venían cargaditos de los campos, los regueros de gente caminando hacia el “Campo España” era extraordinario… en las gradas, no había sitio… las sillas, agotadas, las terrazas desbordadas. Había gente de pié, subida a los muros… era lo que se decía: “no cabía un alfiler”.
Todos estaban expectantes, por ver al Sansón en acción. La ovación fue sonora… el Sansón, cambaba hierros golpeándose los antebrazos; arrastraba un camión por los pelos; rompía una gruesa guía telefónica con las manos; le rompían a golpe de martillazos un canto en el pecho… su número fuerte, se lo reservó para el final:
El locutor lo anunció con vehemencia: “y ahora, el Sansón del siglo XX, levantará unas pesas y ofrece 25.000 pesetas, a quien sea capaz de levantarlas…"
25.000 pesetas, era una cantidad que le arreglaba el cuerpo a cualquiera. Algunos, salieron al terrero. Recuerdo que fue él “el Pollo de los Olivos”, de San Roque, un hombre ateado, fuerte… cogió las pesas, se las llevó hasta las rodillas y después de muchas maniobras, llegó incluso a colocárselas en uno de los hombros… otros, claro, probaron fortuna, pero nada…
Allá, en una grada de cemento, estaba nuestro superhombre: José Rodríguez Franco “el Faro de Maspalomas” que presenciaba el espectáculo y que estaba en forma. Hacía poco que había abandonado, sin comérselo ni bebérselo, la cárcel debido al célebre caso de Juan García “El Corredera” y entrenaba un día sí y otro también en las filas del Unión Telde… un susurro corrió de un extremo a otro... El nombre del “Faro”. Y el Faro, claro, salió al terrero. Y salió con su terno canelo y su sombrero de ala ancha… detrás, una docena de incondicionales…
El Faro, llegó hasta donde estaban las pesas, se quitó la chaqueta, y estrechó la mano del Sansón… unos pasos y agarró las pesas… las levantó sólo hasta las rodillas y las puso en el suelo…
Se acercó al Sansón, le dio la mano y le dijo: esas pesas pesan lo que usted dice, y se marchó, ante la desilusión del público…
Años más tarde, allá a finales de los 80, me vino esa historia a la cabeza… Yo estaba con el Faro, porque muchas tardes pasé con él, entre su casa y el parque y le pregunté…
-“Maestro Pepe, ¿por qué no levantó aquellas pesas...?
Él, lacónico, sin querer dar muchas explicaciones me dijo:
-“Yo no dejo en ridículo a nadie”
Así era nuestra gente…
En otro momento comentaré una historia similar, sucedida entre el Faro de Maspalomas y otro de los luchadores históricos: don Justo Mesa.
ALFREDO AYALA OJEDA
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