domingo, 9 de febrero de 2020

OTRO ENCUENTRO CON LOS “CACOS”

Siguiendo con esa línea de tropiezos, que hay que pagar, por hacer los trabajos en la calle, recuerdo aquella otra ocasión, en que habíamos preparado la serie musical “PUNTO DE ENCUENTRO”, que tendría por escenario, el interior de las Grutas de Artiles, en el mismito corazón, del municipio de Santa Brígida.  

Habíamos concertado intervenciones con “Manzanita”, “Marisol”, “Caco Senante”, “Los Chunguitos”, “El Gato Pérez”, Arévalo, “Los Panchos” etc.  

Los programas, con intérpretes de primera línea, lograban una buena respuesta de audiencia y se tenía, además, el objetivo solapado de mostrar nuestras islas como un plató, donde se podían grabar distintos tipos de espectáculos.  

Una noche, en plena grabación, nos quedamos a oscuras. Aparecieron un montón de linternas, para localizar el motivo del apagón. Recorriendo el extenso tendido de cables, llegamos a un lateral del jardín, en plena calle, donde habíamos puesto un motor auxiliar... Cuál no sería nuestra sorpresa, que el motor que nos generaba la energía de situación, había desaparecido. Solo quedaba el cable, con su enchufe.  Uno de los camareros nos puso en pista... Yo vi un coche pequeño - creo que era un mini, parado, sin luces y escuche unas voces... pero quién iba a pensar, que desengancharían el motor y se lo llevarían... 

Al poco, apareció la guardia civil y la municipal. Otro de los empleados, casi balbuceando dijo: “Aquel almacén que parece abandonado, cada vez que salgo a fumar, encuentro cierta y sospechosa actividad... 

Alguien se envalentonó y sacando pecho dijo: “yo le pego una patada a la puerta y salimos de dudas”. Los agentes de la autoridad lo calmaron. Eso no podemos hacerlo. Vamos a informar y después actuaremos... 

Dicho y hecho. Amanecía. Había pasado un montón de horas y estábamos rendidos. Al final apareció alguien, que facilitó la entrada al almacén. Se abrieron las puertas y dentro, casi entongados, estaban un gran número de coches “mini”, unos desmantelados, otros impecables... 

Y allí, casi en la puerta, el motorcito que nos arruinó una noche de trabajo.  Les dije, a dos de los auxiliares, que lo cogieran y la autoridad lo impidió.  

Tardaron días en devolverlo. Terminé en el juzgado, porque el almacén era un lugar donde los amigos de lo ajeno, tenían como laboratorio, depósito y reparación de los robos, de los coches de esa marca y cobrar por “su” trabajo. 

Fueron varios, los responsables, de este “negocio” bien montado y que dieron con sus huesos en Barranco Seco”. 

Llegaba el cliente, a este taller de especialistas de “mini”, le diagnosticaban la avería, le robaban las piezas a otro coche, le cobraban, hacían ficha para quedarse con todos los datos y así, cuando necesitaban alguna pieza, iban en su busca y lo desmantelaban. 

ALFREDO AYALA OJEDA

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