Ayer, tenía cita en el hospital de Gran Canaria, Dr. Negrín. La cita, estaba concertada en una hora inapropiada, de esas que te parten el día y te deja con cara de simplón. Una vez terminada la revisión, de regreso a casa, decidimos que Lydia mi mujer y mi todo, aparcara el coche en el garaje mientras que yo, aprovechando que tengo que caminar diariamente, fuera a comprar un pollo y unas papas.
Hoy, al pollo, no se le da importancia, pero tiempo hubo en que comerse un pollo era manjar solo de algunos ricachones... Aunque también estaba a golpe de imaginación y sueños de “Carpanta”, que en sus viñetas día sí y día también, soñaba con un musculoso y tentador pollo asado... Pero llegaron los cambios, el progreso... y el pollo no solo es lo más barato, sino también lo más socorrido...
Despacito hice mi cola en el asadero, hasta que me atendieron. Compré un pollo y una ración de papas. Pagué religiosamente y al golpito, me encaminé hacia mi casa. Al llegar, la bolsa con el contenido de la compra, la puse en la encimera. Esperamos a la niña de la casa, que viene llegando al filo de las 15 horas, aleguetié con mi mujer de lo divino y lo humano, mientras “Dafne” nuestro gatito y “Chanel” la perrita, mantenían una acalorada disputa.
Suelo, a esa hora, ver “El Chiringuito” para ponerme al día en el deporte. Un timbrazo, era la niña que acababa de llegar. Lydia, preparó el agua y los refrescos y de pronto una pregunta recorrió el pasillo y me golpeó en el tino: -“¡Alfre! ¿dónde está el pollo?
-En tono coñón le dije: No lo sé. La última vez que lo vi, estaba pavoneándose por el pasillo...”
-Déjate de bromas y dime donde está el pollo.
-Caliente, le respondí: ¡En la bolsa, junto con las papas!...
-Aquí no hay pollo, solo papas...
-Coño, me fui derecho a la cocina y enseguida me di cuenta que el pollo, había volado.
-¡Joder!, me despacharon las papas, me cobraron el pollo pero no me lo pusieron...
-Salí "eslapao" para el asadero.
-Le conté el caso a los dependientes y me dijeron: "Es que ya, no nos queda ningún pollo... pero el pollo, seguro que se lo di"
-Sí claro, me lo diste, se me escapó de la bolsa.... Anda, anda. Devuélveme el dinero y dame alguna cosa para escapar de esas que tienes en el expositor. Compré calamares, arroz con pollo, ensaladilla y unas albóndigas... Y ahora, les pregunté como recupero el dinero de ese pollo que se evaporó. La empleada que se desvivió para atenderme, me dijo, no le puedo devolver el dinero hasta que compruebe que efectivamente, no le di el pollo y eso lo hacemos por la noche, al cierre. Primero revisamos las imágenes y en ellas, se verá el resultado...
Caliente como el cenicero de un bingo de los de antes, devoramos en casa lo que traje...
Por la tarde-noche, mi hija, "descojonada" viene con un plástico transparente y el pollo que habíamos puesto en busca y captura....
En tono irónico, coñón, me preguntó: ¿Es este el pollo, que estabas buscando?
-¿Dónde estaba?
-En mi habitación, debajo de mi cama, y así, de mordisqueado. El gato, a reventar, casi sin poder moverse, relamiéndose y más feliz que una perdiz, me miraba a la vez que se aflojaba el cinturón, para liberar su oronda barrigota. Tenía, apariencia de pez tamborín y mirada de infinita gratitud y parecía decirme ¡gracias por el regalo...!
El gato, seguramente, atraído por los olores, al no poder resistir la tentación, se subió a la encimera, trincó su pollo y se fue a la habitación de la niña, a saborearlo...
El resto de la tarde-noche, el gato, sabedor de lo que había hecho, estuvo escondido, lejos de la vista de la familia. Incluso, creo que acarició la idea, de aprovechar estas fechas carnavaleras y salir a correr el carnaval...
¡Qué vergüenza!. ¡Con la que armé en el asadero!. Mañana, desde que amanezca, iré a pedirle disculpas, al personal del asadero...
Así lo hice, conté la historia con todo tipo de detalles y todo, al final terminó con una sonora carcajada...
ALFREDO AYALA OJEDA