jueves, 9 de marzo de 2017

PINCELADAS Y RECUERDOS VII

A “Lero”, Bailador de leyenda...

Hace muchos años temí por el amigo Marcial de León Corujo, “Lero” para los amigos. Un accidente de tráfico en San Bartolomé lo dejó postrado en una cama durante largo tiempo. Lero, salió maltrecho pero, nunca se rindió... Muchos temimos por su salud... Al cabo del tiempo recuerdo que hicimos una grabación para el programa “Canarias Viva”. Grabábamos en el municipio de Yaiza, en su plaza principal y allí nos apareció el bueno de Marcial de León... Y Lero, sin lugar a dudas el mejor bailador lanzaroteño, distinguido, natural hizo gala de toda su sabiduría. Ya no era el mismo. Los años y las secuelas pasaban factura... Pero quedaba la esencia. El estilo que Dios solo despacha a los elegidos. Sus saltos, suspendidos en el aire tenían esa mezcla de elegancia, energía y suavidad. Delicadamente, sus pies, tras el salto, contactaban con el piso de manera vaporosa...


Foto: Alfredo y Lero

Muchas conversas tuve con él. La última ocasión fue en su casa, en compañía de una amiga periodista Nayra Collado. Y fue precisamente ahí, superado los 80 años, cuando, para documentar nuestra charla, con exquisita delicadeza extendió la huesuda mano para invitarla a bailar. Fueron solo unos pasos que quedaron para siempre en mi memoria... Allí, sentados en un amplio sillón, en compañía de su mujer, hablamos de aquellos tiempos de gloria. “Nací en el 27 y desde los primeros momentos estuve dedicado al folclore. Me crié en en el seno de una familia de arraigo musical y yo me incliné por la danza en aquella mítica Agrupación Ajei de la que, andando el tiempo, llegué a ser director de baile a lograr la más alta distinción conseguida en Canarias a través del folclore: Premio Internacional de Danza Populares 1.960, certamen celebrado en Santander.

“Lero”, celosamente guardado, nos muestra documentos de su trayectoria...

“Mi madre, cuando yo era un chinijo, siempre que entraba por la puerta de casa me decía: Marcialillo, vamos a bailar y allí bailábamos isas, folías o malagueñas...

Lero, pero usted de dónde saca las energías para ser pastor, aguantando la tarosá, los vientos, el solajero y después de ordeñar y atender a su puño de cabras tiene humor para bailar...

“Yo bailo a toda hora. Si se me ocurre alguna mudanza, algún paso o algún giro o cualquier detalle que añadir a la coreografía, lo ensayo en medio de mis cabras y, después lo ponía en práctica con el grupo...”

En una de las tantas visitas que realicé al folclorista galdense José María Gil, me contó: “Que una vez el general García Escamez nos visitó y disfrutó de nuestra danzas y cantos. Él nos regaló el importe de nuestra vestimenta y también nos invitó a participar en un concurso en Santa Cruz de Tenerife, en el que quedamos terceros.”

Lero, cuando le pregunto es preciso... “Habíamos ido a Las Palmas en 1.960 para participar en la elección de un grupo que representara a Canarias en el certamen Internacional de Santander. Resultamos elegidos y en agosto participamos en el festival distintas agrupaciones de Francia, Holanda, Italia, Portugal y otras siete de distintas regiones españolas y resultamos vencedores...”
Y finaliza: "La Agrupación Ajey, llamaba la atención. Grupo de campesinos y campesinas, con voces sin educar que se entregaban en cuerpo y alma en cada actuación. Era un grupo sencillo, compuesto por gente sencilla..."

Lero, ha recibido numerosos premios y distinciones... En 2002, el Ayuntamiento de San Bartolomé, cuna del folclore isleño lo condecoró con el premio Ajey por su dilatada labor folclórica...

En el año 2010, contaba la crónica que una vez transcurridos 55 años de aquella sonada y victoriosa actuación en Santander, el municipio de San Bartolomé inauguró la escultura “La Malagueña”, obra del escultor Rigoberto Camacho, descubierta por el propio Marcial de León y la bailadora “Cesarita” que recuerda aquella gesta del amigo Marcial y la histórica agrupación Ajey. 


Escultura "La Malagueña"


Hoy, Marcial de León Corujo, “Lero”, “ bailador de leyenda”, no está entre nosotros pero, afortunadamente, en vida se le reconocieron sus virtudes en defensa y divulgación de lo nuestro.

Allá donde estés, descansa en paz recordado amigo.

ALFREDO AYALA OJEDA

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