lunes, 8 de enero de 2018

“LA TARDE QUE EL RATÓN SE COMIÓ AL GATO”

Hace años, conocí a uno de esos personajes irrepetibles. Desaliñado, siempre con su chaqueta roída por el paso del tiempo y su corbata lisa… Fumador empedernido, su cachimba o cigarro se consumía cayéndole la ceniza sobre la solapa. La primera vez que lo vi, fue subiendo el camino nuevo eso que hoy, rebautizado, se llama Bravo Murillo. Paseaba sin prisas, ensimismado en los edificios que erguidos flanqueaba, uno y otro lado, de las calles.  Su pelo, largo, ondulado, variolé, tenía la grandeza y similitud de las sabinas, que luchan contra el viento en las tierras herreñas. Un día, el director de aquella párvula TVE, en Canarias, me pidió que me desplazara a Tenerife, para conocer a los corresponsales de La Palma, La Gomera, y El Hierro, saber de sus necesidades y su situación. Y claro, en esa reunión conocí a tan ilustre personaje: José Padrón Machín. Fuimos a almorzar juntos. En la conversa, me habló Manuel Hernández “el huido”, al que conocí posteriormente en Las Alcaravaneras, en un barcito que tenía frente a la céntrica Playa.  Manuel Hernández, fue un fiel cultor de nuestra lucha canaria y también, alcalde de la Villa de Firgas y, con ese vínculo, terminamos hablando de Lucha Canaria…
Al amigo Padrón Machín, le gustaba pasear por la Rambla santacrucera. Muchos paseos dimos juntos y muchas veces, cuando caía la tarde, nos acodábamos en las tasquitas y empinábamos el codo.

Pasado el tiempo, en la visita periódica que realizaban los corresponsales, recaló por el centro de TVE, en Tenerife, en la calle Miramar, Padrón Machín. Venía con un tocho bajo el brazo y me dijo, esto son historias de lucha, algunas están referidas a luchadores herreños y otras al resto de las islas. La verdad, me emocionó el amigo Padrón. Llegué a casa y me puse a devorar sus escritos. Me hablaba de Justo Mesa, Mauro Machín, Romero, Ramón Méndez, Angelito, “El Sopo”, Martín de terribles luchadores que hicieron auténticas exhibiciones en Cuba… En uno de esos sabrosos escritos contaba aquella ocasión en que “El Ratón, se comió al Gato”:

No hay apasionamiento ni parcialidad alguna, en decir que el lagunero Angelito, ha sido el más grande artista de la lucha canaria. Ni equivocación tampoco. Que Martín, Pascual y “Camurria” hicieran grandes luchadas, no tiene nada de extraño, porque poseían el arte y las disposiciones físicas necesarias para ello; pero que Angelito con peso de jockey de carreras -nunca pasó de los cincuenta kilos_ tirara a profesionales del deporte como Déniz, “Pollo de Uga” Pagés y otros que se aproximaban o pasaban de los cien kilos, no tiene explicación racional, ni aun siendo la lucha canaria un deporte en el cual, el arte juega un papel primordial y hasta decisivo.

Vamos a contarles una anécdota que sucedió en el Campo España de Las Palmas, ciudad en la cual, la simpatía que este luchador despertaba era muy grande. Más o menos, la misma que en Santa Cruz de Tenerife o en la Laguna, aunque parezca extraño.

Aquella tarde Angelito estaba haciendo una faena verdaderamente magnífica, derribando hombres y más hombres, muchos de ellos excelentes luchadores. Los del bando contrario se dieron cuenta, de que para evitar de que acabara con la mayor parte del equipo, había que enfrentarle  a uno de los más fuertes atletas y así se vio aparecer en el terrero el famoso luchador apodado El Gato, un hombre de más de noventa kilos, al mismo tiempo que se oía salir de entre la multitud esta ocurrente frase “el Gato se va a comer al ratón”, en realidad el lagunero parecía un ratoncillo al lado de un enorme gatazo.

Angelito lo oyó y se dijo para sí, “no se lo comerá”. Había visto luchar a su contrincante y aun cuando se trataba de un rival hábil y duro de bregar, concibió un plan de ataque que podía darle un buen resultado... Porque ha de saberse que el artista lagunero no tiraba a estos grandes hombres aprovechando en medio de la lid, una ocasión propia para hacerlo. No porque esa ocasión puramente casuista es muy difícil que se presente entre contendientes muy desiguales en cuerpo y poder. Lo que hacía era concebir un plan y entrar luchando para ponerlo en práctica con precisión matemática. Muy pocas veces, se equivocó.

Tampoco aquella tarde.  La emoción del público era muy grande, como un poderoso aliento que él sentía y le animaba. Apenas agarraron, Angelito se enderezó haciendo como que iba a levantar a su contrario. No era, sin embargo, esa su intención, sino la de que el otro, contraatacando, lo levantase a él, como en efecto ocurrió. Pero Angelito no podía ser tirado así. Su contendiente se desconcentró ante el fracaso del intento, quedando un tanto inseguro en su posición de equilibrio, circunstancia que el gran artista aprovecha con la rapidez de un rayo – como hacía siempre- y, trabándole por fuera, lo volcó hacia un lado, cayendo a la arena de forma aparatosa.

 Entonces, entre los aplausos de un público lleno de entusiasmo, se oyeron varias voces que decían: “El ratón, se comió al Gato”.

De Angelito, luchador genial una copla corría de boca en boca:

CUANDO DIOS SE ABURRE ARRIBA

Y QUIERE ALEGRARSE UN POQUITO

BAJA DEL CIELO

A VER LUCHAR A ANGELITO.

En otra ocasión hablaré de aquella ocasión en que José Padrón Machín, me contó aquella visión sobre la mítica San Borondón y otras historias de lucha…

ALFREDO AYALA OJEDA

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