Añorando un tiempo que me tocó vivir, aprender y compartir hoy puedo decir que estoy henchido de satisfacción porque en el programa de fiestas, de la ciudad de Gáldar en honor a su Santo Patrón Santiago Apóstol, tras 167 años de ausencia, se recupera aquella vieja tradición: “Los Caballitos de fuego de Santiago”….
Haciendo un paréntesis despojado de erudición, debo contarles que he seguido dentro y fuera de nuestro territorio, la vieja tradición de “Los Caballitos”: “Fuscos” (Tazacorte), “Fufos”, en Fuencaliente, los laguneros “Caballitos de Fuego”, en las fiestas del Cristo…
Recuerdo una conversa con el cultor de nuestras tradiciones y cultura Talio Noda, en el mismito interior de la Caldera de Taburiente, sobre el tema, cuando me habló de aquella banda sonora de la película “Ora Ponciano”, especie de biografía del famoso rejoneador mejicano Ponciano Díaz. Aquella banda sonora, con su “vuela, vuela palomita”, causó tal impacto allá por los inicios de los 40 del pasado siglo que se ha convertido en el acompañamiento musical idóneo para acompañar en sus traviesas galopadas a los caballos Fuscos…
Recuerdo incluso una entrevista mantenida en Fuencaliente, con el artesano y folclorista Juan José Santos, en que me entregó una fotografía de los caballitos en Polonia, nación de amplia tradición de cría y cuido de caballos árabes… También me comentó una investigación realizada por Teno Pérez Cruz, en Méjico, donde una prestigiosa etnógrafa le habló de “los caballitos de fuego”, señalando que en sus estudios daba como probable que esta tradición, se debía a la impresión que causó entre la población indígena, la llegada de los conquistadores españoles a lomo de los caballos y el fuego de los arcabuces…
Siguiendo por la vereda de la recopilación informativa leí en el País Vasco algo sobre los “Zaldico”, en euskera caballito. Son seis caballos montados por jinetes, vestidos de bufón, que con una especie de palo de la que pende una bola de esponja, van golpeando y asustando a los más pequeños…
“… Y uno, que los ha vivido en distintas latitudes piensa que cuando salgan “los caballitos de fuego de Santiago” a la “calle Larga” o aledaños, la noche se vestirá de fiesta. De fiesta auténtica… Y aflorará todo un mundo de fantasía atrapando a espectadores, jinetes y amazonas… Entonces, no habrá edad en ese universo de ilusión donde se da rienda suelta a la imaginación y creatividad de los participantes… Mayores y pequeños, no perderán detalle de las evoluciones de estos mágicos corceles, de cartón y sueños… caballos viejos y jóvenes potrillos, con sus plásticas crines al viento, resoplando, soberbios, entregados al ritmo, meciéndose acompasados, por el toque que marca la banda sobre la extensa pradera de asfalto y adoquines… La noche se iluminará de bengalas y risas, de voces y carcajadas… Sin duda, una noche distinta, una noche, como diría el investigador Felipe Bermúdez, en que las calles de Gáldar dejarán de ser tránsito para convertirse en punto de encuentro…
Es la semana grande de las fiestas en honor a Santiago… Es la noche del fuego que después del baile, danza y zambra de los papagüevos y caballitos, desde la cima de la Montaña de Gáldar, los bramidos del volcán anunciador, difundirá a los cuatro vientos las “Fiestas de Santiago de Gáldar”.
ALFREDO AYALA OJEDA